Verónica García nació en Buenos Aires el 2 de mayo de 1971. El destino de la familia la llevó a radicarse en Puerto Madryn a los 3 años de edad, la ciudad que tiempo después volvió a elegir para siempre. En la sección Historias, del programa Por El Aire, nos contó su vida.
Con sonrisa pícara se define como tremendamente cabeza dura. “En el Horóscopo soy chancho de metal”, confiesa con cierta complicidad astral.
Recuerda que de chica era muy tímida, quizás hasta temerosa. “Tengo muy marcado un momento muy especial: mi primer taller de arte, a los 9 años”.
A los 22 años volvió a Chubut donde comenzó a brindar talleres, a compartir saberes y sumar aprendizajes.
Esas clases la llevaron a recorrer distintos barrios y llegar a infancias que no imaginaban siquiera contemplar una posibilidad artística. “El trabajo fue llegar a personas que de otro modo no se hubiesen acercado a la expresión de lápices y pinceles”.
“Falta incluir al arte como una expresión necesaria para crecer. Si el arte no está quedan sensibilidades perdidas”, reflexiona Verónica.
No duda ni un solo segundo en asegurar que todos podemos pintar, que todos podemos dibujar ya que siempre hay algo para rescatar. “Si miramos bien, aparece una identidad”.
De las tantas obras de Verónica no podemos dejar de destacar la saga “Mujeres”. Ella misma la define como el recuerdo, la herencia, cierto legado de las mujeres que hemos perdido en la historia. Indagar en la presencia de la ausencia ella lo plasmó en arte; pinturas, piedras, muñecas.
Y ahí anda Vero, entre talleres y exposiciones de aquí, de allá y más allá también. Moviendo emociones. Reconociendo y compartiendo sensibilidades.
Auténticamente, Verónica García.
Verónica García nació en Buenos Aires el 2 de mayo de 1971. El destino de la familia la llevó a radicarse en Puerto Madryn a los 3 años de edad, la ciudad que tiempo después volvió a elegir para siempre. En la sección Historias, del programa Por El Aire, nos contó su vida.
Con sonrisa pícara se define como tremendamente cabeza dura. “En el Horóscopo soy chancho de metal”, confiesa con cierta complicidad astral.
Recuerda que de chica era muy tímida, quizás hasta temerosa. “Tengo muy marcado un momento muy especial: mi primer taller de arte, a los 9 años”.
A los 22 años volvió a Chubut donde comenzó a brindar talleres, a compartir saberes y sumar aprendizajes.
Esas clases la llevaron a recorrer distintos barrios y llegar a infancias que no imaginaban siquiera contemplar una posibilidad artística. “El trabajo fue llegar a personas que de otro modo no se hubiesen acercado a la expresión de lápices y pinceles”.
“Falta incluir al arte como una expresión necesaria para crecer. Si el arte no está quedan sensibilidades perdidas”, reflexiona Verónica.
No duda ni un solo segundo en asegurar que todos podemos pintar, que todos podemos dibujar ya que siempre hay algo para rescatar. “Si miramos bien, aparece una identidad”.
De las tantas obras de Verónica no podemos dejar de destacar la saga “Mujeres”. Ella misma la define como el recuerdo, la herencia, cierto legado de las mujeres que hemos perdido en la historia. Indagar en la presencia de la ausencia ella lo plasmó en arte; pinturas, piedras, muñecas.
Y ahí anda Vero, entre talleres y exposiciones de aquí, de allá y más allá también. Moviendo emociones. Reconociendo y compartiendo sensibilidades.
Auténticamente, Verónica García.