Los desafíos del periodismo

Compartimos con vos la reflexión de Esteban Gallo en el Día del Periodista.

07 JUN 2023 - 12:44 | Actualizado 07 JUN 2023 - 12:46

Por Esteban Gallo

En cada celebración del Día del Periodista, lo primero que se me viene a la cabeza son los periodistas que escuchaba o veía, cuando era un niño o un adolescente. Especialmente, esas voces de la radio, que nos contaban lo que pasaba en la ciudad, en el país y en el mundo. Fueron nuestros referentes y nuestros mentores también, en muchos casos, sin proponérselo.

Hay ciclos y momentos que son inolvidables y que nos marcaron para todo el viaje. Recuerdo con profunda admiración, al gran Alberto Astuti, que nos regalaba todos los mediodías en LU 20 su maravilloso “Hicieron grande al deporte”, un espacio periodístico, cargado de entrañables anécdotas y apasionantes historias, relatadas con una cadencia única, que todavía suena como música en mis oídos.

Después vienen los recuerdos de mis primeros maestros, que al mismo tiempo fueron mis compañeros de trabajo. Eduardo Bagnato y Osvaldo Castro Ruiz, ocupan un lugar muy especial. Me formé como profesional de los medios al lado de ellos, entre los teclados de una vieja máquina de escribir, el llamado imperioso de la teletipo y los paulatinos cambios tecnológicos que fueron cambiando definitivamente nuestra actividad.

También nos atropellan los episodios que marcaron nuestra tarea profesional. Momentos de celebración y días de profunda amargura, que es la esencia misma del periodismo; la mescolanza de situaciones que cambian repentinamente, sin aviso, y pasan de lo sublime al espanto, en cuestión de segundos.

Pero para aportar reflexiones y no solamente recuerdos, quiero decir que los periodistas transitamos por un momento de crisis, una profunda crisis de credibilidad, que es una de las peores cosas que nos puede pasar.
Recuerdo que, en los años 80, y especialmente en los 90, cuando la pérdida de credibilidad empezaba a golpear a todos los sectores de la sociedad y no se salvaba nadie, porque la gente empezaba a descreer de todo y de todos, los periodistas salíamos indemnes. La gente buscaba refugio en los periodistas, porque en medio de la corrupción y la desesperanza, el periodismo despertaba CONFIANZA en la sociedad.
Eso se ha perdido, lamentablemente. Es muy triste decirlo, pero peor es no reconocerlo y no asumir que el gran desafío que tenemos por delante es recuperar el vínculo con la sociedad.

Entre otras cosas, hemos quedado acorralados en medio de una división política espantosa en donde pareciera que, inexorablemente, hay que estar de un lado o del otro. Como si los periodistas estuviéramos obligados a militar a favor de uno u otro bando.

Los periodistas tenemos un pensamiento y una manera de ver las cosas; eso se transmite cuando hablamos, cuando preguntamos, cuando opinamos. Pero no podemos perder los valores que la sociedad reclama y que fueron el sostén de nuestra profesión: veracidad, integridad, precisión rigor periodístico.

Volver a las fuentes es recuperar esos valores. Volver a las fuentes es militar por los temas de la gente. Volver a las fuentes es no tergiversar un dato para favorecer al sector político con el que simpatizamos.

Parece fácil, pero se ha transformado en una dificultad mayúscula.

Al mismo tiempo, le corresponde al periodismo asumir un papel fundamental, en estos tiempos de transformación tecnológica donde las redes sociales, que son muy valiosas, se utilizan para esparcir información inexacta, malintencionada y falaz.

Será el buen periodismo el que nos rescate de esta era de las Fake News, en donde se puede mentir, calumniar, y decir cualquier barbaridad, violentando todos los parámetros de la ética profesional.

Ojalá los tiempos venideros nos encuentren ocupados en esa tarea. En el desafío de trabajar todos los días para ser más creíbles y más confiables.

07 JUN 2023 - 12:44

Por Esteban Gallo

En cada celebración del Día del Periodista, lo primero que se me viene a la cabeza son los periodistas que escuchaba o veía, cuando era un niño o un adolescente. Especialmente, esas voces de la radio, que nos contaban lo que pasaba en la ciudad, en el país y en el mundo. Fueron nuestros referentes y nuestros mentores también, en muchos casos, sin proponérselo.

Hay ciclos y momentos que son inolvidables y que nos marcaron para todo el viaje. Recuerdo con profunda admiración, al gran Alberto Astuti, que nos regalaba todos los mediodías en LU 20 su maravilloso “Hicieron grande al deporte”, un espacio periodístico, cargado de entrañables anécdotas y apasionantes historias, relatadas con una cadencia única, que todavía suena como música en mis oídos.

Después vienen los recuerdos de mis primeros maestros, que al mismo tiempo fueron mis compañeros de trabajo. Eduardo Bagnato y Osvaldo Castro Ruiz, ocupan un lugar muy especial. Me formé como profesional de los medios al lado de ellos, entre los teclados de una vieja máquina de escribir, el llamado imperioso de la teletipo y los paulatinos cambios tecnológicos que fueron cambiando definitivamente nuestra actividad.

También nos atropellan los episodios que marcaron nuestra tarea profesional. Momentos de celebración y días de profunda amargura, que es la esencia misma del periodismo; la mescolanza de situaciones que cambian repentinamente, sin aviso, y pasan de lo sublime al espanto, en cuestión de segundos.

Pero para aportar reflexiones y no solamente recuerdos, quiero decir que los periodistas transitamos por un momento de crisis, una profunda crisis de credibilidad, que es una de las peores cosas que nos puede pasar.
Recuerdo que, en los años 80, y especialmente en los 90, cuando la pérdida de credibilidad empezaba a golpear a todos los sectores de la sociedad y no se salvaba nadie, porque la gente empezaba a descreer de todo y de todos, los periodistas salíamos indemnes. La gente buscaba refugio en los periodistas, porque en medio de la corrupción y la desesperanza, el periodismo despertaba CONFIANZA en la sociedad.
Eso se ha perdido, lamentablemente. Es muy triste decirlo, pero peor es no reconocerlo y no asumir que el gran desafío que tenemos por delante es recuperar el vínculo con la sociedad.

Entre otras cosas, hemos quedado acorralados en medio de una división política espantosa en donde pareciera que, inexorablemente, hay que estar de un lado o del otro. Como si los periodistas estuviéramos obligados a militar a favor de uno u otro bando.

Los periodistas tenemos un pensamiento y una manera de ver las cosas; eso se transmite cuando hablamos, cuando preguntamos, cuando opinamos. Pero no podemos perder los valores que la sociedad reclama y que fueron el sostén de nuestra profesión: veracidad, integridad, precisión rigor periodístico.

Volver a las fuentes es recuperar esos valores. Volver a las fuentes es militar por los temas de la gente. Volver a las fuentes es no tergiversar un dato para favorecer al sector político con el que simpatizamos.

Parece fácil, pero se ha transformado en una dificultad mayúscula.

Al mismo tiempo, le corresponde al periodismo asumir un papel fundamental, en estos tiempos de transformación tecnológica donde las redes sociales, que son muy valiosas, se utilizan para esparcir información inexacta, malintencionada y falaz.

Será el buen periodismo el que nos rescate de esta era de las Fake News, en donde se puede mentir, calumniar, y decir cualquier barbaridad, violentando todos los parámetros de la ética profesional.

Ojalá los tiempos venideros nos encuentren ocupados en esa tarea. En el desafío de trabajar todos los días para ser más creíbles y más confiables.


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