Un comerciante cerró el local el martes a la noche y se olvidó de chequear si había cerrado la puerta con llave. No pasó media hora y ya lo habían desvalijado.
El hecho insólito sucedió en el pueblo tranquilo de Gaiman. El propio dueño, que atiende una verdulería en la avenida Gobernador Tello, admitió a la Policía que se olvidó de cerrar.
Según fuentes policiales, el dueño se fue de la verdulería a las 22.30 horas, confiado en que había cerrado la puerta con candado.
Los delincuentes, atentos al descuido del hombre, cargaron cuanto pudieron llevarse en sus manos: cervezas, hamburguesas, helados y $ 1500 que habían quedado sobre el mostrador.
En ese interín, a una vecina le pareció raro ver que la puerta de la verdulería estaba abierta a esas horas de la noche, y avisó a unos policías que pasaban en el patrullero.
En efecto, los efectivos comprobaron que alguien había ingresado y se había llevado varios elementos. Fue entonces cuando le avisaron al dueño, que hacía poco que se había retirado.
Cuando el hombre regresó al local, después de las 23 horas, encontró el candado dentro de un cajón y ahí cayó en la cuenta del descuido.
Ambos sospechosos, encapuchados, uno de ellos con la cara descubierta, quedaron registrados por la cámara de seguridad del local.
Un comerciante cerró el local el martes a la noche y se olvidó de chequear si había cerrado la puerta con llave. No pasó media hora y ya lo habían desvalijado.
El hecho insólito sucedió en el pueblo tranquilo de Gaiman. El propio dueño, que atiende una verdulería en la avenida Gobernador Tello, admitió a la Policía que se olvidó de cerrar.
Según fuentes policiales, el dueño se fue de la verdulería a las 22.30 horas, confiado en que había cerrado la puerta con candado.
Los delincuentes, atentos al descuido del hombre, cargaron cuanto pudieron llevarse en sus manos: cervezas, hamburguesas, helados y $ 1500 que habían quedado sobre el mostrador.
En ese interín, a una vecina le pareció raro ver que la puerta de la verdulería estaba abierta a esas horas de la noche, y avisó a unos policías que pasaban en el patrullero.
En efecto, los efectivos comprobaron que alguien había ingresado y se había llevado varios elementos. Fue entonces cuando le avisaron al dueño, que hacía poco que se había retirado.
Cuando el hombre regresó al local, después de las 23 horas, encontró el candado dentro de un cajón y ahí cayó en la cuenta del descuido.
Ambos sospechosos, encapuchados, uno de ellos con la cara descubierta, quedaron registrados por la cámara de seguridad del local.