Con el apagón de las luces y el conteo de un reloj despertador que desde las pantallas anunciaba su llegada en cinco minutos, el público fijaba el tono con cantitos dedicados a la leyenda y se entregaba sin concesiones, aún antes de los primeros acordes de “Campeón”, la canción que abre “Legendaddy”, su séptimo y último trabajo de estudio.
La imagen de un avión aterrizando en una pista presentó, en versión animada, al cantante regalando sus primeras estrofas, hasta que finalmente su imagen quedó corporizada cuando atravesó la puerta de la pantalla principal para proseguir con las primeras de la noche “Remix” y “Problema”.
Luciendo una chaqueta dorada que resplandecía con el juego de luces y rodeado por un cuerpo de bailarines, el puertorriqueño decretó el comienzo del “perreo” y regaló algunas arengas para inmortalizar aún más su noche histórica en Buenos Aires ante más de cincuenta mil personas: “Argentina, los puños bien arriba. Vamos a romper el estadio”, avisó antes de hacer “Rompe” y continuar con “Machucando”.
Acompañado por una banda en vivo, que sumó algunos toques humanos a la mezcla del DJ con percusiones, guitarras rítmicas y segundas voces, Daddy Yankee desplegó sus dotes como rapero, disparando barras a toda velocidad y dejando en claro que el reggaetón y el hip-hop forman parte de una misma familia musical.
“Qué buena energía se siente esta noche, familia. Sé que esto va a estar a otro nivel por la energía que ustedes brindan que es muy arriba. Me quiero ir a Puerto Rico con un recuerdo imborrable. Es mi último show aquí y quiero que esta canción la canten hasta la Luna”, señaló para presentar la inoxidable “Lo que pasó, pasó”.
El cantante, que aprovechó algunas para improvisar versos y odas dedicadas al asado y las mujeres argentinas, se lució con canciones como “Rumbatón” y “Ella Me Levantó” ante una audiencia que, rápida de reflejos, endulzó sus oídos con cantitos de cancha bien criollos que por momentos lo emocionaron al borde de las lágrimas.
“Soy un chamaquito que empezó de cero, desde abajo y sin dinero, cien por ciento pobre, de las familias más humildes que pudiera existir como muchos que están aquí esta noche. Yo simplemente quise seguir un sueño, con mucha disciplina y mucho esfuerzo”, sostuvo en otro momento de la noche.
Cultor de la disciplina y la autosuperación, Daddy compartió su “testimonio de vida” para todos los que “están pensando en ser grandes y hacer historia, sea estudiando o en la música”: “Si yo lo pude lograr, tú también puedes”, añadió el cantante, productor y compositor, para luego agradecer a aquellos fanáticos que, décadas atrás, ayudaron a “abrirle las puertas a toda una generación” que hoy escucha y celebra su música.
Consciente del peso de su nombre dentro de la industria, dedicó algunas palabras para sus colegas argentinos: “Mis respetos por el movimiento bien duro que se ha levantado aquí. Muchas gracias por tratar siempre con respeto a este chamaquito que hizo que estas generaciones tuvieran oportunidades de crecimiento”, añadió el padre del reggaetón, tras haber saludado en un ‘freestyle’ el presente de Duki, Nicki Nicole y Tiago PZK.
La despedida de Daddy Yankee en Argentina trajo también algunas voces internacionales al escenario, aunque no de forma presencial: por las pantallas fueron apareciendo algunos colaboradores estelares como Wisin & Yandel “(Mami no me dejes solo”), Zion & Lennox (“Tu Príncipe” y “Yo Voy”), Lunay (“Soltera), Ozuna (“Baila, baila, baila”), Anuel (“China”) y Myke Towers (“Pasatiempo”) y otros.
Entre los segmentos más destacados, están el que inició con “Llamado de Emergencia” y siguió con “Shaky Shaky”, compuesta a la vieja usanza y lanzada en 2016: “Recuerdo que estaba en el estudio y el DJ me dijo ‘Diway, voy a tirar la pista y tú vas a improvisar, y lo que salga lo vamos a tirar a la calle’”, evocó.
Durante casi dos horas, Yankee se despachó con hits mundiales de toda su discografía -incluido parte del exitoso repertorio de su último trabajo “Legendaddy”- en un recorrido que dejó bien claro su aporte a las bases fundantes del movimiento musical bautizado por él como “reggaetón” en “Playero 34”, su colaboración con DJ Playero que sembró una semilla que comenzaría a germinar desde la caribeña Puerto Rico a mediados de los noventa.
Aquel proto-reggaetón, creado a partir de la mezcla simultánea de pistas de dancehall jamaiquino con rap norteamericano, tuvo su rememoración en el Amalfitani: “Así fue como salimos con esa confianza a comernos el mundo vivo, sin miedo y siempre para adelante”, relató, mientras el DJ arremetía con técnicas de sampleo (‘finger drumming’) y de mezcla (‘scratching’) para seguir el ritmo del “palabreo fresco” y vertiginoso de Yankee.
La guitarra rítmica de Nile Rodgers y la voz de Rauw Alejandro en “Agua”, su alianza con su coterráneo Luis Fonzi en “Despacito” y otras como “La Despedida” asomaron en la segunda etapa (y final) del show junto a otras como “Qué tengo que hacer”, “Hot”, “Limbo”, “Bombón”, “Con Calma” y “Dura”.
Con la presencia en escena de un muñeco inflable gigante con su figura que había cobrado vida minutos antes y que apareció sumergido entre llamas digitales para el momento final, Daddy Yankee se despidió con “Gasolina”, la canción que posicionó su carrera pero mucho más a la música latina en todo el mundo en el 2005, y dejó el escenario mientras un juego de artificios dotaba de parafernalia el minuto final.
Sus funciones porteñas de “La Última Vuelta”, que agotó cerca de 100 mil entradas para sus shows en el Estadio de Vélez, quedaron inauguradas ambas noches por El Osito Wito, un cantante y compositor argentino llamado a ser una revelación dentro de la escena urbana local.
Con el apagón de las luces y el conteo de un reloj despertador que desde las pantallas anunciaba su llegada en cinco minutos, el público fijaba el tono con cantitos dedicados a la leyenda y se entregaba sin concesiones, aún antes de los primeros acordes de “Campeón”, la canción que abre “Legendaddy”, su séptimo y último trabajo de estudio.
La imagen de un avión aterrizando en una pista presentó, en versión animada, al cantante regalando sus primeras estrofas, hasta que finalmente su imagen quedó corporizada cuando atravesó la puerta de la pantalla principal para proseguir con las primeras de la noche “Remix” y “Problema”.
Luciendo una chaqueta dorada que resplandecía con el juego de luces y rodeado por un cuerpo de bailarines, el puertorriqueño decretó el comienzo del “perreo” y regaló algunas arengas para inmortalizar aún más su noche histórica en Buenos Aires ante más de cincuenta mil personas: “Argentina, los puños bien arriba. Vamos a romper el estadio”, avisó antes de hacer “Rompe” y continuar con “Machucando”.
Acompañado por una banda en vivo, que sumó algunos toques humanos a la mezcla del DJ con percusiones, guitarras rítmicas y segundas voces, Daddy Yankee desplegó sus dotes como rapero, disparando barras a toda velocidad y dejando en claro que el reggaetón y el hip-hop forman parte de una misma familia musical.
“Qué buena energía se siente esta noche, familia. Sé que esto va a estar a otro nivel por la energía que ustedes brindan que es muy arriba. Me quiero ir a Puerto Rico con un recuerdo imborrable. Es mi último show aquí y quiero que esta canción la canten hasta la Luna”, señaló para presentar la inoxidable “Lo que pasó, pasó”.
El cantante, que aprovechó algunas para improvisar versos y odas dedicadas al asado y las mujeres argentinas, se lució con canciones como “Rumbatón” y “Ella Me Levantó” ante una audiencia que, rápida de reflejos, endulzó sus oídos con cantitos de cancha bien criollos que por momentos lo emocionaron al borde de las lágrimas.
“Soy un chamaquito que empezó de cero, desde abajo y sin dinero, cien por ciento pobre, de las familias más humildes que pudiera existir como muchos que están aquí esta noche. Yo simplemente quise seguir un sueño, con mucha disciplina y mucho esfuerzo”, sostuvo en otro momento de la noche.
Cultor de la disciplina y la autosuperación, Daddy compartió su “testimonio de vida” para todos los que “están pensando en ser grandes y hacer historia, sea estudiando o en la música”: “Si yo lo pude lograr, tú también puedes”, añadió el cantante, productor y compositor, para luego agradecer a aquellos fanáticos que, décadas atrás, ayudaron a “abrirle las puertas a toda una generación” que hoy escucha y celebra su música.
Consciente del peso de su nombre dentro de la industria, dedicó algunas palabras para sus colegas argentinos: “Mis respetos por el movimiento bien duro que se ha levantado aquí. Muchas gracias por tratar siempre con respeto a este chamaquito que hizo que estas generaciones tuvieran oportunidades de crecimiento”, añadió el padre del reggaetón, tras haber saludado en un ‘freestyle’ el presente de Duki, Nicki Nicole y Tiago PZK.
La despedida de Daddy Yankee en Argentina trajo también algunas voces internacionales al escenario, aunque no de forma presencial: por las pantallas fueron apareciendo algunos colaboradores estelares como Wisin & Yandel “(Mami no me dejes solo”), Zion & Lennox (“Tu Príncipe” y “Yo Voy”), Lunay (“Soltera), Ozuna (“Baila, baila, baila”), Anuel (“China”) y Myke Towers (“Pasatiempo”) y otros.
Entre los segmentos más destacados, están el que inició con “Llamado de Emergencia” y siguió con “Shaky Shaky”, compuesta a la vieja usanza y lanzada en 2016: “Recuerdo que estaba en el estudio y el DJ me dijo ‘Diway, voy a tirar la pista y tú vas a improvisar, y lo que salga lo vamos a tirar a la calle’”, evocó.
Durante casi dos horas, Yankee se despachó con hits mundiales de toda su discografía -incluido parte del exitoso repertorio de su último trabajo “Legendaddy”- en un recorrido que dejó bien claro su aporte a las bases fundantes del movimiento musical bautizado por él como “reggaetón” en “Playero 34”, su colaboración con DJ Playero que sembró una semilla que comenzaría a germinar desde la caribeña Puerto Rico a mediados de los noventa.
Aquel proto-reggaetón, creado a partir de la mezcla simultánea de pistas de dancehall jamaiquino con rap norteamericano, tuvo su rememoración en el Amalfitani: “Así fue como salimos con esa confianza a comernos el mundo vivo, sin miedo y siempre para adelante”, relató, mientras el DJ arremetía con técnicas de sampleo (‘finger drumming’) y de mezcla (‘scratching’) para seguir el ritmo del “palabreo fresco” y vertiginoso de Yankee.
La guitarra rítmica de Nile Rodgers y la voz de Rauw Alejandro en “Agua”, su alianza con su coterráneo Luis Fonzi en “Despacito” y otras como “La Despedida” asomaron en la segunda etapa (y final) del show junto a otras como “Qué tengo que hacer”, “Hot”, “Limbo”, “Bombón”, “Con Calma” y “Dura”.
Con la presencia en escena de un muñeco inflable gigante con su figura que había cobrado vida minutos antes y que apareció sumergido entre llamas digitales para el momento final, Daddy Yankee se despidió con “Gasolina”, la canción que posicionó su carrera pero mucho más a la música latina en todo el mundo en el 2005, y dejó el escenario mientras un juego de artificios dotaba de parafernalia el minuto final.
Sus funciones porteñas de “La Última Vuelta”, que agotó cerca de 100 mil entradas para sus shows en el Estadio de Vélez, quedaron inauguradas ambas noches por El Osito Wito, un cantante y compositor argentino llamado a ser una revelación dentro de la escena urbana local.