A 20 años: Bahamonde, testigo del ataque a las Torres Gemelas

Vive en El Bolsón pero el 11 de septiembre de 2001 estaba trabajando en un puente cercano al atentado que cambió la historia.

10 SEP 2021 - 20:56 | Actualizado

José Bahamonde (61) es un personaje polifacético de El Bolsón. Descendiente de una familia de pioneros que llegó en 1895 desde Chile a los valles de El Hoyo y El Turbio, desde muy niño despertó su pasión “por los fierros y por las alturas”.

Después fue experto en explosivos y en 1999 emigró a EE.UU. para poner en práctica su experiencia en trabajos de mantenimiento de torres de alta tensión, elevadores de ferrocarriles y puentes. Cuando volaron las Torres Gemelas en Nueva York, estaba a pocos metros y fue un testigo privilegiado de los acontecimientos.

El recuerdo

Ayer recordó que “por esas cosas del destino, aquella mañana del 11 de septiembre de 2001 estaba descansando con mis compañeros después de haber trabajado toda la noche haciendo el mantenimiento del puente colgante Williamsburg, que une la ciudad de Nueva York con la isla de Manhattan, desde donde teníamos a la vista las Torres Gemelas. En ese momento, escuchamos el griterío de gente que corría para todos lados. Muchos vinieron hacia el lugar dónde estábamos y comenzaron a trepar para escapar del humo y el pánico. Preguntamos qué pasó y nos dijeron que un avión se había estrellado contra los edificios”

“Mi primera reacción –agregó-, fue pensar que había sucedido algo similar a lo ocurrido años atrás contra el emblemático Empire State, cuando fue impactado por un avión pequeño, de un solo motor, y luego se encontró al piloto y al motor dentro del edificio. Me imaginé una locura similar. Sin embargo, pasado el tiempo, me fui dando cuenta de la magnitud de aquel atentado donde murieron casi 3 mil personas”.

Enseguida graficó que “desde una terraza veíamos la nube de humo que se iba esparciendo con el viento hacia el lado de Brooklyn, mientras llegó la versión de que otro avión había impactado contra el Pentágono. Para entonces, ya se estaba transmitiendo en televisión y hasta pudimos ver imágenes de los cuerpos cayendo”.

A los pocos minutos, “hubo otro impacto y se derrumbó una de las torres. Decían que también iba a caer la torre que tenía la antena, no podíamos dar crédito a lo que veíamos”, precisó al tiempo que mostró una foto de los días previos (él mismo trabajando en las alturas) y otra con el fondo de uno de los edificios en llamas y su figura a contraluz.

De igual modo, rememoró que “estábamos confundidos, sin interpretar cabalmente quién era el enemigo y cuál era el plan de ataque; aunque no pasó mucho tiempo hasta que mostraron imágenes de Bin Laden y el grupo Al Qaeda, comiendo con las manos en una cueva al estilo árabe. Al principio, no nos causaba rechazo, sino algo comparable con aquellos forajidos a quien uno le encuentra su lado positivo: atacó al monstruo con los elementos más rudimentarios y logró escapar parecía ser el mensaje”.

Más detalles

“Por aquella época –precisó-, veía que la población estaba muy relajada, sin imaginar jamás lo que podía pasar. A partir de entonces, todos comenzaron a despertar un sentido de vigilancia. Incluso, a los que trabajábamos en los puentes nos comenzaron a revisar a diario y a preguntarnos quiénes éramos y de dónde veníamos antes de dejarnos entrar. Veinte años después, vemos que la paz todavía no reina”, aseguró. “Todavía pertenezco al sindicato que nuclea a los trabajadores especializados en altura. Entré con permiso, pero después me quedé ilegal, como todo buen criollo. Me dedicaba a rasquetear los puentes corroídos por la sal que tiran durante las nevadas”, concluyó.#

10 SEP 2021 - 20:56

José Bahamonde (61) es un personaje polifacético de El Bolsón. Descendiente de una familia de pioneros que llegó en 1895 desde Chile a los valles de El Hoyo y El Turbio, desde muy niño despertó su pasión “por los fierros y por las alturas”.

Después fue experto en explosivos y en 1999 emigró a EE.UU. para poner en práctica su experiencia en trabajos de mantenimiento de torres de alta tensión, elevadores de ferrocarriles y puentes. Cuando volaron las Torres Gemelas en Nueva York, estaba a pocos metros y fue un testigo privilegiado de los acontecimientos.

El recuerdo

Ayer recordó que “por esas cosas del destino, aquella mañana del 11 de septiembre de 2001 estaba descansando con mis compañeros después de haber trabajado toda la noche haciendo el mantenimiento del puente colgante Williamsburg, que une la ciudad de Nueva York con la isla de Manhattan, desde donde teníamos a la vista las Torres Gemelas. En ese momento, escuchamos el griterío de gente que corría para todos lados. Muchos vinieron hacia el lugar dónde estábamos y comenzaron a trepar para escapar del humo y el pánico. Preguntamos qué pasó y nos dijeron que un avión se había estrellado contra los edificios”

“Mi primera reacción –agregó-, fue pensar que había sucedido algo similar a lo ocurrido años atrás contra el emblemático Empire State, cuando fue impactado por un avión pequeño, de un solo motor, y luego se encontró al piloto y al motor dentro del edificio. Me imaginé una locura similar. Sin embargo, pasado el tiempo, me fui dando cuenta de la magnitud de aquel atentado donde murieron casi 3 mil personas”.

Enseguida graficó que “desde una terraza veíamos la nube de humo que se iba esparciendo con el viento hacia el lado de Brooklyn, mientras llegó la versión de que otro avión había impactado contra el Pentágono. Para entonces, ya se estaba transmitiendo en televisión y hasta pudimos ver imágenes de los cuerpos cayendo”.

A los pocos minutos, “hubo otro impacto y se derrumbó una de las torres. Decían que también iba a caer la torre que tenía la antena, no podíamos dar crédito a lo que veíamos”, precisó al tiempo que mostró una foto de los días previos (él mismo trabajando en las alturas) y otra con el fondo de uno de los edificios en llamas y su figura a contraluz.

De igual modo, rememoró que “estábamos confundidos, sin interpretar cabalmente quién era el enemigo y cuál era el plan de ataque; aunque no pasó mucho tiempo hasta que mostraron imágenes de Bin Laden y el grupo Al Qaeda, comiendo con las manos en una cueva al estilo árabe. Al principio, no nos causaba rechazo, sino algo comparable con aquellos forajidos a quien uno le encuentra su lado positivo: atacó al monstruo con los elementos más rudimentarios y logró escapar parecía ser el mensaje”.

Más detalles

“Por aquella época –precisó-, veía que la población estaba muy relajada, sin imaginar jamás lo que podía pasar. A partir de entonces, todos comenzaron a despertar un sentido de vigilancia. Incluso, a los que trabajábamos en los puentes nos comenzaron a revisar a diario y a preguntarnos quiénes éramos y de dónde veníamos antes de dejarnos entrar. Veinte años después, vemos que la paz todavía no reina”, aseguró. “Todavía pertenezco al sindicato que nuclea a los trabajadores especializados en altura. Entré con permiso, pero después me quedé ilegal, como todo buen criollo. Me dedicaba a rasquetear los puentes corroídos por la sal que tiran durante las nevadas”, concluyó.#


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