Libertador silencioso

Hoy se conmemora el paso a la inmortallidad de Martin Miguel de Guemes. Quién comando a Los Infernales en el norte argentino ante el ataque realista y ser uno de los pocos guerreros en el mundo que asaltó a un barco con su caballería

Martin Miguel de Guemes. Héroe nacional.
16 JUN 2024 - 20:02 | Actualizado 17 JUN 2024 - 7:01

Por Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jonada

Arrancó a los 14 con su carrera militar. De familia de hacendados y casado con una heredera de mucho dinero, como indicaba el mandato de la época. A los 21 comandó la captura del buque de guerra inglés Justine en la reconquista de Buenos Aires cuando las invasiones inglesas, siendo una de las pocas proezas mundiales de toda la historia en donde una caballería tomó un barco de asalto. Volvió a su Salta natal e integró el Ejército del Norte y fue clave en la única victoria en serio de éste: Suipacha. Se peleó con Belgrano porque quería mujeres en su lucha y el creador de la Bandera, no. Fue desplazado y su sanción levantada por San Martín para reemplazar a otro crack indisciplinado como Manuel Dorrego.

Se convirtió en el eje de la resistencia en el norte del naciente país ante la invasión goda y parte medular del plan continental del hombre de Yapeyú. Amó con locura a Carmen Puch, que le dio tres hijos y a Juana Azurduy, que se dice fue su amante. Ellas también. Ambas se dejaron morir ante su deceso.

Odiado por las oligarquías porteñas y del norte argentino que preferían una servidumbre tranquila a una libertad con incertidumbres, fue venerado por su pueblo, quién lo ungió como su primer gobernador. Contradictorio, brillante estratega, inventó la guerra de guerrillas con su inolvidable División Infernal que fue imitada en varias partes del planeta y a través de los tiempos. Federalista extremo hasta la autonomía fue traicionado por sus coterráneos, tanto que lo entregaron y le dispararon por la espalda. Herido, se negó a que sus enemigos -quienes lo admiraban y temían- lo trasladen a Buenos Aires para curarlo porque lo consideró ceder. Era hemofílico y esa lesión mal curada lo llevó a su muerte a los 36.

“Ya tenemos un cacique menos”, dijeron desde la portuaria Buenos Aires. “En aquel amanecer del 17 de junio balbuceaban las bocas barbudas de sus gauchos. El general Martín se muere, se está muriendo…y en sus ojos oscuros se escapaban lágrimas como gotas de rocío”, dijeron desde los confines de la Nación que amanecía. Había pasado a la inmortalidad el creador de la Guerra Gaucha, el que se bancó seis ataques de los realistas del Alto Perú sin retroceder un solo ápice, el que amó mil mujeres, pero más a dos. El que lo despidió una multitud de rostros ajados y manos callosas que se hacían matar por él y qué por él, de manera póstuma, recuperaron Salta, la linda. A sangre y fuego. A puro coraje. Por él. Martín Miguel de Guemes. Libertador silencioso. Héroe nacional. La de la patria Grande. A ese también lo quiero en mi equipo. De 2, para que me cuide las espaldas.

Martin Miguel de Guemes. Héroe nacional.
16 JUN 2024 - 20:02

Por Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jonada

Arrancó a los 14 con su carrera militar. De familia de hacendados y casado con una heredera de mucho dinero, como indicaba el mandato de la época. A los 21 comandó la captura del buque de guerra inglés Justine en la reconquista de Buenos Aires cuando las invasiones inglesas, siendo una de las pocas proezas mundiales de toda la historia en donde una caballería tomó un barco de asalto. Volvió a su Salta natal e integró el Ejército del Norte y fue clave en la única victoria en serio de éste: Suipacha. Se peleó con Belgrano porque quería mujeres en su lucha y el creador de la Bandera, no. Fue desplazado y su sanción levantada por San Martín para reemplazar a otro crack indisciplinado como Manuel Dorrego.

Se convirtió en el eje de la resistencia en el norte del naciente país ante la invasión goda y parte medular del plan continental del hombre de Yapeyú. Amó con locura a Carmen Puch, que le dio tres hijos y a Juana Azurduy, que se dice fue su amante. Ellas también. Ambas se dejaron morir ante su deceso.

Odiado por las oligarquías porteñas y del norte argentino que preferían una servidumbre tranquila a una libertad con incertidumbres, fue venerado por su pueblo, quién lo ungió como su primer gobernador. Contradictorio, brillante estratega, inventó la guerra de guerrillas con su inolvidable División Infernal que fue imitada en varias partes del planeta y a través de los tiempos. Federalista extremo hasta la autonomía fue traicionado por sus coterráneos, tanto que lo entregaron y le dispararon por la espalda. Herido, se negó a que sus enemigos -quienes lo admiraban y temían- lo trasladen a Buenos Aires para curarlo porque lo consideró ceder. Era hemofílico y esa lesión mal curada lo llevó a su muerte a los 36.

“Ya tenemos un cacique menos”, dijeron desde la portuaria Buenos Aires. “En aquel amanecer del 17 de junio balbuceaban las bocas barbudas de sus gauchos. El general Martín se muere, se está muriendo…y en sus ojos oscuros se escapaban lágrimas como gotas de rocío”, dijeron desde los confines de la Nación que amanecía. Había pasado a la inmortalidad el creador de la Guerra Gaucha, el que se bancó seis ataques de los realistas del Alto Perú sin retroceder un solo ápice, el que amó mil mujeres, pero más a dos. El que lo despidió una multitud de rostros ajados y manos callosas que se hacían matar por él y qué por él, de manera póstuma, recuperaron Salta, la linda. A sangre y fuego. A puro coraje. Por él. Martín Miguel de Guemes. Libertador silencioso. Héroe nacional. La de la patria Grande. A ese también lo quiero en mi equipo. De 2, para que me cuide las espaldas.


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