Por Lisandro Aguirregabiría/Redacción Jornada
Cada vez que oye un ruido afuera, Benjamín y Lucio, de 13 y 7 años, van corriendo a la puerta esperando que Corbata esté ahí del otro lado.
Un amigo del padre les regaló el conejo hace dos años. El lunes pasado, cuando aún no había amanecido, alguien saltó la reja y escapó con el animal en brazos.
Matías Peral, el padre de los chicos, está buscando traer el conejo a casa para que todo vuelva a ser como antes.
Un niño se acerca a la reja con la abuela y pregunta si el conejo se murió. “Nos lo robaron”, les responde Matías Peral en la puerta. El pequeño, que sigue caminando por la vereda, se larga a llorar.
Así son todos los días desde que Corbata dejó un vacío imposible de llenar en la casa de las calles 25 de Mayo y Buenos Aires. Abuelos, adultos, niños antes paraban a saludar al conejo.
“Los chicos paran en la reja, miran a ver si lo ven”, cuenta Peral el vacío que dejó su ausencia.
¡DEVUELVAN A CORBATA!
El padre se puso al frente de una campaña para convencer a la persona que se lo llevó, que por favor lo devuelva. Corbata no es cualquier conejo, es uno más de la familia y es famoso en el barrio.
El conejo fue bautizado así porque es negro y tiene una franja blanca en el pecho. Es muy simular a un Border Collie que tienen en la casa. El pequeño animal es más grande que un gato.
Lucio, el más chico, pregunta: “Papá, ¿por qué robaron el conejo?”.
El niño de 7 años no entiende cómo alguien pudo habérselo llevado. Cree que el conejo se fue y asegura que cuando regrese va a castigarlo.
“Corbata vivía feliz en el patio con los gatos, hasta se estaba comiendo la palmera”, cuenta Matías Peral quien abriga la esperanza de que la persona que se lo llevó recapacite.
EL ROBO INEFABLE
Peral salió al gimnasio el lunes pasado, a las 7 de la mañana, vio el conejo en el patio delantero de su casa, detrás de la reja, y cuando regresó dos horas después el animal no estaba.
Benjamín, el hermano mayor, cuenta que media horas después de su papá salió de casa él fue al patio, acarició a Corbata y luego volvió a meterse en la casa.
Minutos antes de las 9, cuando él se fue de la casa, el conejo ya no estaba. Benjamín justo oyó el ruido de la reja en esa franja horaria.
Sospechan que alguien saltó la reja y se lo llevó al conejo por pura maldad.
“Alguien hace un ruido y los chicos dejan de comer para ver si le trajeron el conejo”, concluye Peral quien mira por la ventana y no pierde la esperanza.
Por Lisandro Aguirregabiría/Redacción Jornada
Cada vez que oye un ruido afuera, Benjamín y Lucio, de 13 y 7 años, van corriendo a la puerta esperando que Corbata esté ahí del otro lado.
Un amigo del padre les regaló el conejo hace dos años. El lunes pasado, cuando aún no había amanecido, alguien saltó la reja y escapó con el animal en brazos.
Matías Peral, el padre de los chicos, está buscando traer el conejo a casa para que todo vuelva a ser como antes.
Un niño se acerca a la reja con la abuela y pregunta si el conejo se murió. “Nos lo robaron”, les responde Matías Peral en la puerta. El pequeño, que sigue caminando por la vereda, se larga a llorar.
Así son todos los días desde que Corbata dejó un vacío imposible de llenar en la casa de las calles 25 de Mayo y Buenos Aires. Abuelos, adultos, niños antes paraban a saludar al conejo.
“Los chicos paran en la reja, miran a ver si lo ven”, cuenta Peral el vacío que dejó su ausencia.
¡DEVUELVAN A CORBATA!
El padre se puso al frente de una campaña para convencer a la persona que se lo llevó, que por favor lo devuelva. Corbata no es cualquier conejo, es uno más de la familia y es famoso en el barrio.
El conejo fue bautizado así porque es negro y tiene una franja blanca en el pecho. Es muy simular a un Border Collie que tienen en la casa. El pequeño animal es más grande que un gato.
Lucio, el más chico, pregunta: “Papá, ¿por qué robaron el conejo?”.
El niño de 7 años no entiende cómo alguien pudo habérselo llevado. Cree que el conejo se fue y asegura que cuando regrese va a castigarlo.
“Corbata vivía feliz en el patio con los gatos, hasta se estaba comiendo la palmera”, cuenta Matías Peral quien abriga la esperanza de que la persona que se lo llevó recapacite.
EL ROBO INEFABLE
Peral salió al gimnasio el lunes pasado, a las 7 de la mañana, vio el conejo en el patio delantero de su casa, detrás de la reja, y cuando regresó dos horas después el animal no estaba.
Benjamín, el hermano mayor, cuenta que media horas después de su papá salió de casa él fue al patio, acarició a Corbata y luego volvió a meterse en la casa.
Minutos antes de las 9, cuando él se fue de la casa, el conejo ya no estaba. Benjamín justo oyó el ruido de la reja en esa franja horaria.
Sospechan que alguien saltó la reja y se lo llevó al conejo por pura maldad.
“Alguien hace un ruido y los chicos dejan de comer para ver si le trajeron el conejo”, concluye Peral quien mira por la ventana y no pierde la esperanza.