A 5 años del crimen por la herencia: un somnífero, un sicario y la traición de una mujer

A Vicente Maillo lo mandó matar su propia familia. La había desheredado cansado de que le saquen plata.

Vicente junto a sus hijos, su mujer y su suegra. El clan rodeando a la víctima. Ya son 5 años del crimen.
19 NOV 2022 - 20:32 | Actualizado 19 NOV 2022 - 20:33

Por Carlos Guajardo

Vicente Maillo (60) descansaba de un día agitado la noche del 16 de noviembre de 2017. Pero su sueño era más profundo que de costumbre. No era un sueño común. Estaba incentivado por una sustancia mío relajante que su suegra María del Carmen Espiritoso (76) le había colocado en las albóndigas de la cena. Ni ella, ni Susana Reina (58), la esposa de Vicente, las habían probado. Ambas cumplieron el primer paso del plan. Un rato más tarde, un sicario entraría a la casa ubicada sobre la calle Zapiola, en la ciudad de Río Gallegos y de dos puñaladas terminaría con la vida del comerciante.
Del plan también participaron Maximiliano (38) y Luis Gabriel Mallio (27), quienes no eran hijos biológicos de Vicente pero les había dado su apellido. El “Clan Maollo” planeó el crimen porque se enteró que el jefe de la familia, cansado de supuestas infidelidades y del dinero que sus hijos gastaban a discreción, los había dejado fuera de su herencia que realizó a favor de sus hermanas. Vicente era un hombre de muy buena posición económica. Era dueño de dos bazares (uno se encontraba en el mismo lugar donde se cometió el crimen) y además, gozaba de gran respeto en la sociedad de Río Gallegos. Por eso, su muerte causó gran conmoción. Y más aún cuando se supo quienes fueron los autores y la metodología que utilizaron.

Según la historia, Maillo conoció a Susana Reina en un local nocturno. Se enamoró. Se casó y le dio el apellido a los dos hijos que ella tenía de una anterior relación. La vida en común fue normal en los primeros años. Pero a medida que pasó el tiempo y que los chicos crecieron, todo comenzó a desmoronarse. La codicia de la familia tropezaba con la austeridad de Vicente. Que además, era un “patrón” al que todos sus empleados querían: cada año, les regalaba un viaje para que se vayan de vacaciones con sus familias.

“Vicente era un tipo multimillonario pero austero. Salía en una bicicleta que su padre le había regalado en 1974, tenía una camioneta Kangoo y era sencillo para vestir. Pero sus familiares eran todo lo contrario. Les ganó la avaricia. Vicente se dio cuenta que todos vivían de su plata, que se la sacaban sin decirle nada y tomó la decisión de dejarlos sin herencia. Se cansó. Ellos se vieron acorralados económicamente, se dieron cuenta que podían quedarse sin nada. Y lo mataron. Vicente se enamoró de la mujer equivocada. Ella estaba en la prostitución, la rescató y reconoció a los dos hijos. En ese momento, estaba firmando su sentencia de muerte”.

Las palabras pertenecen a Alejandro Ariznabarreta, uno de los mejores amigos del comerciante. Salieron a andar en bicicleta todas las mañanas durante 20 años. Hasta que un día, Vicente faltó a la cita. Lo habían asesinado.

En principio, la mujer le dijo a la Policía que habían sufrido una “entradera”. Que quisieron asaltarlos. Que a ella la habían atado y amordazado. Y que Vicente intentó defenderse y lo apuñalaron. La versión duró poco. Los investigadores no encontraron ninguna marca ni en las manos ni en los pies de Susana Reina. Y Vicente nunca se movió de su cama. Dormía profundamente cuando lo apuñalaron. Las cámaras de seguridad ubicada en las adyacencias de la casa hicieron el resto.

La fiscal Valeria López Lestón nunca creyó la versión del supuesto robo. Su intuición fue clave para resolver el caso. Revisó una a una las cámaras de seguridad. Y en una de ellas se ve como Christian Etchabarne (26) sale de la casa acompañado por uno de los hijos de Vicente la noche del crimen. Las investigaciones posteriores comprobaron el plan. Además, la autopsia al cuerpo de Vicente reveló que había ingerido un somnífero. Todo había sido planeado a la perfección por el clan, pero se escaparon algunos detalles que le jugaron en contra.

Los 4 integrantes fueron detenidos acusados de asesinato con alevosía agravado por el vínculo. Fueron condenados a cadena perpetua. Al igual que el sicario Etchebarne, conocido de la novia que Luis tenía en Buenos Aires. Alli, con la plata de su padre adoptivo se había comprado un auto importado. Se daba una vida de reyes.

El último manotazo de ahogado de la familia fue contratar como abogado defensor a Carlos Telleldín, aquel que cobró notoriedad por haber vendido la trafic que fue utilizada para el atentado a la AMIA. Durante su estadía en la cárcel (fue absuelto en 2020) estudió abogacía y cuando quedó libre se hizo jefe de un bufete de abogados. Por su astucia en los casos se lo conoció como “el saca presos”. Telleldín ideó una estrategia: se trató de un crimen pasional. Susana Reina había matado a Vicente cansada de sus infidelidades. De esa manera, sus hijos quedarían libres y la mujer sería la única condenada por el crimen. Como tiene una enfermedad incurable, cumpliría su prisión en su domicilio. Ya no estaba María del Carmen Espiritoso, quien murió en 2019. Telleldín quería probar también que Espiritoso había sido la autora intelectual.

Pero la estrategia falló. En mayo de 2021 un tribunal condenó a Susana Reina y a Luis y Maximiliano a cadena perpetua. Sin embargo, el “clan” no baja los brazos. Entre pedidos de anulación de pruebas y apelaciones lograron que la condena aún no esté firme. Pasaron cinco años de la noche en que la familia traicionó a Vicente. Y Vicente todavía, no puede descansar en paz. #

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Vicente junto a sus hijos, su mujer y su suegra. El clan rodeando a la víctima. Ya son 5 años del crimen.
19 NOV 2022 - 20:32

Por Carlos Guajardo

Vicente Maillo (60) descansaba de un día agitado la noche del 16 de noviembre de 2017. Pero su sueño era más profundo que de costumbre. No era un sueño común. Estaba incentivado por una sustancia mío relajante que su suegra María del Carmen Espiritoso (76) le había colocado en las albóndigas de la cena. Ni ella, ni Susana Reina (58), la esposa de Vicente, las habían probado. Ambas cumplieron el primer paso del plan. Un rato más tarde, un sicario entraría a la casa ubicada sobre la calle Zapiola, en la ciudad de Río Gallegos y de dos puñaladas terminaría con la vida del comerciante.
Del plan también participaron Maximiliano (38) y Luis Gabriel Mallio (27), quienes no eran hijos biológicos de Vicente pero les había dado su apellido. El “Clan Maollo” planeó el crimen porque se enteró que el jefe de la familia, cansado de supuestas infidelidades y del dinero que sus hijos gastaban a discreción, los había dejado fuera de su herencia que realizó a favor de sus hermanas. Vicente era un hombre de muy buena posición económica. Era dueño de dos bazares (uno se encontraba en el mismo lugar donde se cometió el crimen) y además, gozaba de gran respeto en la sociedad de Río Gallegos. Por eso, su muerte causó gran conmoción. Y más aún cuando se supo quienes fueron los autores y la metodología que utilizaron.

Según la historia, Maillo conoció a Susana Reina en un local nocturno. Se enamoró. Se casó y le dio el apellido a los dos hijos que ella tenía de una anterior relación. La vida en común fue normal en los primeros años. Pero a medida que pasó el tiempo y que los chicos crecieron, todo comenzó a desmoronarse. La codicia de la familia tropezaba con la austeridad de Vicente. Que además, era un “patrón” al que todos sus empleados querían: cada año, les regalaba un viaje para que se vayan de vacaciones con sus familias.

“Vicente era un tipo multimillonario pero austero. Salía en una bicicleta que su padre le había regalado en 1974, tenía una camioneta Kangoo y era sencillo para vestir. Pero sus familiares eran todo lo contrario. Les ganó la avaricia. Vicente se dio cuenta que todos vivían de su plata, que se la sacaban sin decirle nada y tomó la decisión de dejarlos sin herencia. Se cansó. Ellos se vieron acorralados económicamente, se dieron cuenta que podían quedarse sin nada. Y lo mataron. Vicente se enamoró de la mujer equivocada. Ella estaba en la prostitución, la rescató y reconoció a los dos hijos. En ese momento, estaba firmando su sentencia de muerte”.

Las palabras pertenecen a Alejandro Ariznabarreta, uno de los mejores amigos del comerciante. Salieron a andar en bicicleta todas las mañanas durante 20 años. Hasta que un día, Vicente faltó a la cita. Lo habían asesinado.

En principio, la mujer le dijo a la Policía que habían sufrido una “entradera”. Que quisieron asaltarlos. Que a ella la habían atado y amordazado. Y que Vicente intentó defenderse y lo apuñalaron. La versión duró poco. Los investigadores no encontraron ninguna marca ni en las manos ni en los pies de Susana Reina. Y Vicente nunca se movió de su cama. Dormía profundamente cuando lo apuñalaron. Las cámaras de seguridad ubicada en las adyacencias de la casa hicieron el resto.

La fiscal Valeria López Lestón nunca creyó la versión del supuesto robo. Su intuición fue clave para resolver el caso. Revisó una a una las cámaras de seguridad. Y en una de ellas se ve como Christian Etchabarne (26) sale de la casa acompañado por uno de los hijos de Vicente la noche del crimen. Las investigaciones posteriores comprobaron el plan. Además, la autopsia al cuerpo de Vicente reveló que había ingerido un somnífero. Todo había sido planeado a la perfección por el clan, pero se escaparon algunos detalles que le jugaron en contra.

Los 4 integrantes fueron detenidos acusados de asesinato con alevosía agravado por el vínculo. Fueron condenados a cadena perpetua. Al igual que el sicario Etchebarne, conocido de la novia que Luis tenía en Buenos Aires. Alli, con la plata de su padre adoptivo se había comprado un auto importado. Se daba una vida de reyes.

El último manotazo de ahogado de la familia fue contratar como abogado defensor a Carlos Telleldín, aquel que cobró notoriedad por haber vendido la trafic que fue utilizada para el atentado a la AMIA. Durante su estadía en la cárcel (fue absuelto en 2020) estudió abogacía y cuando quedó libre se hizo jefe de un bufete de abogados. Por su astucia en los casos se lo conoció como “el saca presos”. Telleldín ideó una estrategia: se trató de un crimen pasional. Susana Reina había matado a Vicente cansada de sus infidelidades. De esa manera, sus hijos quedarían libres y la mujer sería la única condenada por el crimen. Como tiene una enfermedad incurable, cumpliría su prisión en su domicilio. Ya no estaba María del Carmen Espiritoso, quien murió en 2019. Telleldín quería probar también que Espiritoso había sido la autora intelectual.

Pero la estrategia falló. En mayo de 2021 un tribunal condenó a Susana Reina y a Luis y Maximiliano a cadena perpetua. Sin embargo, el “clan” no baja los brazos. Entre pedidos de anulación de pruebas y apelaciones lograron que la condena aún no esté firme. Pasaron cinco años de la noche en que la familia traicionó a Vicente. Y Vicente todavía, no puede descansar en paz. #