Militar de Chubut condenado por quedarse plata de las elecciones

El teniente coronel Claudio Moreira fue condenado a dos años de prisión en suspenso y a tres horas semanales de trabajo gratis.

20 ABR 2014 - 21:59 | Actualizado

Por Rolando Tobarez

El teniente coronel Claudio Moreira fue condenado a dos años de prisión en suspenso por malversación de caudales públicos en la figura de peculado. Además, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia lo sentenció a realizar tres horas semanales o sus equivalentes de trabajos gratis a favor del Estado o de una institución de bien público. También quedó inhabilitado de por vida para cargos públicos.

Según las pericias, este militar se apropió de 23.675,19 pesos que el Ejército Argentino le envió para los gastos de las elecciones de diputados y senadores del 23 de octubre de 2005. Esa plata sobró del operativo de seguridad de los comicios. También había fondos para distribución de libros y material didáctico.

En lugar de devolver este sobrante, Moreira lo usó para gastos insólitos, como una fiesta en el Hotel Lucania y regalos para las esposas de superiores. Era jefe del Servicio Administrativo Financiero del Comando de la IX Brigada Mecanizada del Ejército Argentino y al dinero lo sustrajo entre el 13 de octubre y el 5 de diciembre de 2005.

Hubo al menos 134 testimonios de personal militar que reveló las maniobras para disimular la sustracción de dinero que no se habían utilizado, mediante falsas imputaciones de los gastos. Hubo tres grandes grupos: personal que no trabajó en la elección pero figura en las planillas como que sí lo hizo y cobró viáticos cuando no fue así; personal que sí trabajó pero no cobró la plata anotada en las planillas sino menos, y personal que figuró como afectado a la distribución de material didáctico y que cobró viáticos, cuando fue falso.

Al caso lo denunció un subalterno suyo: el sargento ayudante Ricardo Imaz. Incluye presentación de planillas falsas de liquidación de viáticos por las elecciones y por la distribución de material didáctico, por sumas de dinero superiores a las reales.

Según Imaz, Moreira le ofreció falsificar las firmas del personal al que se le pagaría por comida y traslado el día de las elecciones, alterando los importes de las planillas. También duplicar facturas de proveedores.

El sargento se negó y por eso fue alejado de la confección de toda documentación relacionada con los comicios, pese a que era el encargado del sistema de contrataciones.

Imaz supo del fraude un día que sacaba fotocopias y se quedó sin papel. Fue a buscar más y en cambio halló una fotocopia de planilla de viáticos, con su firma falsificada. “Eso le llamó la atención. Era para abonar viáticos a algunos y acreditar de esa forma un pago de un monto que era irreal”, dice el fallo. Vio varias facturas falsificadas con el mismo número pero distinto detalle y monto.

En su declaración Moreira aseguró que “no es culpable de ningún delito, el Ejército al investigar no encontró irregularidades, y los que no reconocieron su firma tampoco reclamaron ningún tipo de viático”.

Orgulloso de ser miembro del Ejército, negó haber falsificado firmas de su puño y letra. Pero admitió que hubo “una orden no escrita para que se falsificaran, con conocimiento suyo y del comandante de Brigada, para que los fondos no usados se reinvirtieran para otros destinos”.

La partida del Comando era de 10.000 pesos. El 60% iba a gastos de limpieza, librería, viáticos, combustible, ferretería, etcétera. Llegaba una suma fija discriminada para cada ítem. Lo que sobraba se gastaba en otra cosa “siempre y cuando la misión se haya cumplido, no se debiera nada y no haya problema”. Según graficó, “se usa lo que sobra para otros efectos de la Brigada o el Comando”. Moreira confesó que en este caso “se ordenó a los suboficiales que hagan las firmas de las planillas y ordenó la falsificación de la rendición”.

Con esa plata se pagó una fiesta en el Hotel Lucania y a fin de año, el jefe de la Brigada agasajó a oficiales y a sus esposas. Además se costearon viajes a Buenos Aires por temas de salud y otros gastos protocolares.

El acusado también admitió que las facturas originales estaban en su poder. “Las tenía él para probar qué se pagó con el dinero que sobraba de los fondos y que no se guardó nada en su bolsillo”. Moreira aseguró que esta maniobra era habitual. “Se hacía porque no quedaba otra, había muy poco presupuesto y eso se conocía y se comentaba en el Ejército”.

En cuanto al armado de las planillas, Moreira explicó que tenía acceso al listado completo del personal del Comando y tomó nombres al azar. El dinero que sobró de las elecciones se guardó en dos cajas fuertes, a mano por si un superior pedía. “El destino del dinero la orden siempre la daba el comandante de Brigada, sólo él disponía; esa orden podía ser verbal o la mandaba en un papelito si se cruzaba al comandante”, graficó.

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20 ABR 2014 - 21:59

Por Rolando Tobarez

El teniente coronel Claudio Moreira fue condenado a dos años de prisión en suspenso por malversación de caudales públicos en la figura de peculado. Además, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia lo sentenció a realizar tres horas semanales o sus equivalentes de trabajos gratis a favor del Estado o de una institución de bien público. También quedó inhabilitado de por vida para cargos públicos.

Según las pericias, este militar se apropió de 23.675,19 pesos que el Ejército Argentino le envió para los gastos de las elecciones de diputados y senadores del 23 de octubre de 2005. Esa plata sobró del operativo de seguridad de los comicios. También había fondos para distribución de libros y material didáctico.

En lugar de devolver este sobrante, Moreira lo usó para gastos insólitos, como una fiesta en el Hotel Lucania y regalos para las esposas de superiores. Era jefe del Servicio Administrativo Financiero del Comando de la IX Brigada Mecanizada del Ejército Argentino y al dinero lo sustrajo entre el 13 de octubre y el 5 de diciembre de 2005.

Hubo al menos 134 testimonios de personal militar que reveló las maniobras para disimular la sustracción de dinero que no se habían utilizado, mediante falsas imputaciones de los gastos. Hubo tres grandes grupos: personal que no trabajó en la elección pero figura en las planillas como que sí lo hizo y cobró viáticos cuando no fue así; personal que sí trabajó pero no cobró la plata anotada en las planillas sino menos, y personal que figuró como afectado a la distribución de material didáctico y que cobró viáticos, cuando fue falso.

Al caso lo denunció un subalterno suyo: el sargento ayudante Ricardo Imaz. Incluye presentación de planillas falsas de liquidación de viáticos por las elecciones y por la distribución de material didáctico, por sumas de dinero superiores a las reales.

Según Imaz, Moreira le ofreció falsificar las firmas del personal al que se le pagaría por comida y traslado el día de las elecciones, alterando los importes de las planillas. También duplicar facturas de proveedores.

El sargento se negó y por eso fue alejado de la confección de toda documentación relacionada con los comicios, pese a que era el encargado del sistema de contrataciones.

Imaz supo del fraude un día que sacaba fotocopias y se quedó sin papel. Fue a buscar más y en cambio halló una fotocopia de planilla de viáticos, con su firma falsificada. “Eso le llamó la atención. Era para abonar viáticos a algunos y acreditar de esa forma un pago de un monto que era irreal”, dice el fallo. Vio varias facturas falsificadas con el mismo número pero distinto detalle y monto.

En su declaración Moreira aseguró que “no es culpable de ningún delito, el Ejército al investigar no encontró irregularidades, y los que no reconocieron su firma tampoco reclamaron ningún tipo de viático”.

Orgulloso de ser miembro del Ejército, negó haber falsificado firmas de su puño y letra. Pero admitió que hubo “una orden no escrita para que se falsificaran, con conocimiento suyo y del comandante de Brigada, para que los fondos no usados se reinvirtieran para otros destinos”.

La partida del Comando era de 10.000 pesos. El 60% iba a gastos de limpieza, librería, viáticos, combustible, ferretería, etcétera. Llegaba una suma fija discriminada para cada ítem. Lo que sobraba se gastaba en otra cosa “siempre y cuando la misión se haya cumplido, no se debiera nada y no haya problema”. Según graficó, “se usa lo que sobra para otros efectos de la Brigada o el Comando”. Moreira confesó que en este caso “se ordenó a los suboficiales que hagan las firmas de las planillas y ordenó la falsificación de la rendición”.

Con esa plata se pagó una fiesta en el Hotel Lucania y a fin de año, el jefe de la Brigada agasajó a oficiales y a sus esposas. Además se costearon viajes a Buenos Aires por temas de salud y otros gastos protocolares.

El acusado también admitió que las facturas originales estaban en su poder. “Las tenía él para probar qué se pagó con el dinero que sobraba de los fondos y que no se guardó nada en su bolsillo”. Moreira aseguró que esta maniobra era habitual. “Se hacía porque no quedaba otra, había muy poco presupuesto y eso se conocía y se comentaba en el Ejército”.

En cuanto al armado de las planillas, Moreira explicó que tenía acceso al listado completo del personal del Comando y tomó nombres al azar. El dinero que sobró de las elecciones se guardó en dos cajas fuertes, a mano por si un superior pedía. “El destino del dinero la orden siempre la daba el comandante de Brigada, sólo él disponía; esa orden podía ser verbal o la mandaba en un papelito si se cruzaba al comandante”, graficó.


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