“Pitoto”, el dueño de los tres palos que se hizo leyenda con mística, talento y coraje

Roberto Celi es un ícono de Germinal y de todo el fútbol valletano. Arquero de exportación en una época donde nada era fácil, aún recurda broncas de hace cinco décadas y memorables encuentros donde despertó la admiraciòn de propios y extraños. Hoy, es faro de futuras generaciones de arqueros.

19 ABR 2014 - 22:03 | Actualizado 30 SEP 2022 - 13:00

Corría la temporada 2007-2008 y el hombre, en su máximo pico de popularidad ingresó al predio del Club Atlético Germinal. Iba acompañado de un grupo de colaboradores, algunos por convicción y otros por interés. Se inauguraba el albergue de la instituciòn más emblemática de la ciudad de Rawson y el gimnasio aledaño. Instantes antes del tradicional corte de cintas y rodeado por militantes reales y otros conversos, el entonces gobernador de la provincia y actual diputado nacional, Mario Das Neves dirige su mirada hacia un hombre que estaba atrás de todo y perdido entre la multitud y lo va a buscar. ““¡Pitoto! ¡Pitoto!, repite dos veces. ¿Cómo andás?. PItoto. ¡Qué arquero, por Dios!, ¿Vos sabés qué arquero era este tipo?, le pregunta imperativamente a Agustín Pichot, el rugbier Puma que, acompañaba a Das Neves, por esos tiempos. “No tienen idea de lo fenomenal que era, exclama ante la mirada de varios, que allí se enteran que el “Verdiblanco”, tuvo al rey de los tres palos por décadas, que debutó a los 15 años en su club y a los 17 en la selecciòn del Valle..

La anécdota termina con el discurso del mandatario explicando a los más chicos quién era Roberto “Pitoto” Celi y lo que significaba para propios y extraños en las décadas del ´50 y el ´60 y pinta, también, al hombre que se convirtiò en leyenda.

Recorriendo sus 76 años, con menos pelo que sus años mozos, con una sonrisa ancha y palabras medidas, Roberto “Pitoto” Celi, es el mejor golero que tuvo Germinal a lo largo de sus 92 años de existencia..

Con un corto período de casi dos años en Deportivo Madryn, “Pitoto” jugó toda su vida ern la entidad “Verdiblanca”. Y también fue técnico del primer equipo en “épocas duras” y entrenador de arqueros.

Fue un jugador de exportaciòn, pero las circunstancias y la vida de aquel entonces, le privaron algo que, por su talento, lo obligaba a emigrar. Atlanta, Independiente, Tigre y San Lorenzo lo quisieron para que su nombre o su sobrenombre (que es marca registrada) se imprimiera en letras de molde grueso; pero realidades duras, concretas y urgentes, le privaron de un destino diferente. Hasta Huracán de Comodoro, lo vino a buscar; pero él prefiriò a Germinal, a quién nunca le pidió nada.

“Mis primeros botines, los compré después de hacer una platea en la casa de los terraza. No se los pedí a Germinal. ¿Cómo le iba a pedir al club?, pregunta conociendo la respuesta.

¿Qué hace usted acá?

Sin embargo, el orgullo mayor que atesora en su casa de Sarmiento y Conesa, donde las garrafas son parte del paisaje cotidiano, se produjo el 22 de diciembre de 1964. En la vieja cancha de Germinal, Independiente visitó a Germinal y “Pitoto” Celi tuvo una actuaciòn destacadísima. Sacó una pelota imposible del ángulo superior derecho y la atesoró en su pecho. Al término del partido, Ángel Noerberto Coerezza, a la sazón árbitro del encuentro, se le acercó y le dijo: “Ví a dos arqueros sacar una pelota similar. Una fue a Amadeo (Carrizo) y otra a usted, pero usted la atrapó y no la sacó al corner y le preguntó ¿Qué hace usted acá? ¿Por qué no se va al norte?.”, a lo que el fornido guardmeta le respondiò que “ya estoy grande (tenía 28) y no me fui cuando tenía que irme, porque no pude”.

Trabajó muy poco tiempo en la administraciòn pública (menos de un año), luego de haber pasado por “La Anónima”, como casi todos, para dedicarse de llleno a cuidar a los suyos y trabajar en la actividad privada. Y aunque el tiempo pasa la factura, su domicilio-comercio es un contínuo devenir de quienes requieren sus servicios.

Con un tono muy bajo y una mirada franca y serena, sus manos no sólo recuerdan el duro oficio de un trabajo pesado desde muy joven, sino también los callos de quién fue (y es) un arquero con mayúsculas.

Dice que ya no va a los partidos del fútbol local, pero está informado y se le iluminan los ojos cuando rememora los partidos aquellos, de gloria y cenizas, contra el Deportivo Madryn de Rufino Echaide, el Guillermo Brown del “Negro” Monchot o el Huracán de los hermanos Gallo. Considera a Luis Reynoso, el mejor jugador que vio pisar nuestras canchas y que llegado de Comodoro, fue un deleite para Germinal y a Marino Casado del Aurinegro, como un central de extraoridnaria jerarquía

Contador de miles de anécdotas y con una memoria prodigiosa, rememora desde sus comienzos en los juegos Evita hasta el día de su retiro, la ovaciòn conmovedora y el reconocimeinto eterno de un pueblo futbolero, no sólo germinalista, sino del Valle entero.

Dirigió al club de sus amores y a Gaiman FC, pero lo suyo estaba en otro lado; cuidando los tres palos, discutiendo con técnicos y compañeros porque había que ganar en todos lados y enojándose mucho, cuando lo dejaron afuera en el último juego de 1964, cuando Brown saliò campeón invicto.

“Si hubiéramos estado todos ese día en Rawson, Brown no hubiera terminado invicto. No quiero hablar de las causas de la ausencia de la mayorìa de los titulares, pero lo tengo acá”, dice “Pitoto”, tomando sus enormes dedos y anudándose la garganta.

Es que “Pitoto” siempre fue un ganador. Desde el día que debutò a los 15 años en Germinal o a los 17 en la selecciòn del Valle ante el entonces poderosísimo seleccionado de Comodoro Rivadavia.

No le importó los rivales, ni los puntos que calzaban. Parió títulos a Germinal como ejemplos de vida, humildad y lealtad.

Roberto “Pitoto” Celi, un libro abierto para las futuras generaciones de arqueros. Sus manos gigantes son como patios y su corazón, abierto de par en par, también.

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19 ABR 2014 - 22:03

Corría la temporada 2007-2008 y el hombre, en su máximo pico de popularidad ingresó al predio del Club Atlético Germinal. Iba acompañado de un grupo de colaboradores, algunos por convicción y otros por interés. Se inauguraba el albergue de la instituciòn más emblemática de la ciudad de Rawson y el gimnasio aledaño. Instantes antes del tradicional corte de cintas y rodeado por militantes reales y otros conversos, el entonces gobernador de la provincia y actual diputado nacional, Mario Das Neves dirige su mirada hacia un hombre que estaba atrás de todo y perdido entre la multitud y lo va a buscar. ““¡Pitoto! ¡Pitoto!, repite dos veces. ¿Cómo andás?. PItoto. ¡Qué arquero, por Dios!, ¿Vos sabés qué arquero era este tipo?, le pregunta imperativamente a Agustín Pichot, el rugbier Puma que, acompañaba a Das Neves, por esos tiempos. “No tienen idea de lo fenomenal que era, exclama ante la mirada de varios, que allí se enteran que el “Verdiblanco”, tuvo al rey de los tres palos por décadas, que debutó a los 15 años en su club y a los 17 en la selecciòn del Valle..

La anécdota termina con el discurso del mandatario explicando a los más chicos quién era Roberto “Pitoto” Celi y lo que significaba para propios y extraños en las décadas del ´50 y el ´60 y pinta, también, al hombre que se convirtiò en leyenda.

Recorriendo sus 76 años, con menos pelo que sus años mozos, con una sonrisa ancha y palabras medidas, Roberto “Pitoto” Celi, es el mejor golero que tuvo Germinal a lo largo de sus 92 años de existencia..

Con un corto período de casi dos años en Deportivo Madryn, “Pitoto” jugó toda su vida ern la entidad “Verdiblanca”. Y también fue técnico del primer equipo en “épocas duras” y entrenador de arqueros.

Fue un jugador de exportaciòn, pero las circunstancias y la vida de aquel entonces, le privaron algo que, por su talento, lo obligaba a emigrar. Atlanta, Independiente, Tigre y San Lorenzo lo quisieron para que su nombre o su sobrenombre (que es marca registrada) se imprimiera en letras de molde grueso; pero realidades duras, concretas y urgentes, le privaron de un destino diferente. Hasta Huracán de Comodoro, lo vino a buscar; pero él prefiriò a Germinal, a quién nunca le pidió nada.

“Mis primeros botines, los compré después de hacer una platea en la casa de los terraza. No se los pedí a Germinal. ¿Cómo le iba a pedir al club?, pregunta conociendo la respuesta.

¿Qué hace usted acá?

Sin embargo, el orgullo mayor que atesora en su casa de Sarmiento y Conesa, donde las garrafas son parte del paisaje cotidiano, se produjo el 22 de diciembre de 1964. En la vieja cancha de Germinal, Independiente visitó a Germinal y “Pitoto” Celi tuvo una actuaciòn destacadísima. Sacó una pelota imposible del ángulo superior derecho y la atesoró en su pecho. Al término del partido, Ángel Noerberto Coerezza, a la sazón árbitro del encuentro, se le acercó y le dijo: “Ví a dos arqueros sacar una pelota similar. Una fue a Amadeo (Carrizo) y otra a usted, pero usted la atrapó y no la sacó al corner y le preguntó ¿Qué hace usted acá? ¿Por qué no se va al norte?.”, a lo que el fornido guardmeta le respondiò que “ya estoy grande (tenía 28) y no me fui cuando tenía que irme, porque no pude”.

Trabajó muy poco tiempo en la administraciòn pública (menos de un año), luego de haber pasado por “La Anónima”, como casi todos, para dedicarse de llleno a cuidar a los suyos y trabajar en la actividad privada. Y aunque el tiempo pasa la factura, su domicilio-comercio es un contínuo devenir de quienes requieren sus servicios.

Con un tono muy bajo y una mirada franca y serena, sus manos no sólo recuerdan el duro oficio de un trabajo pesado desde muy joven, sino también los callos de quién fue (y es) un arquero con mayúsculas.

Dice que ya no va a los partidos del fútbol local, pero está informado y se le iluminan los ojos cuando rememora los partidos aquellos, de gloria y cenizas, contra el Deportivo Madryn de Rufino Echaide, el Guillermo Brown del “Negro” Monchot o el Huracán de los hermanos Gallo. Considera a Luis Reynoso, el mejor jugador que vio pisar nuestras canchas y que llegado de Comodoro, fue un deleite para Germinal y a Marino Casado del Aurinegro, como un central de extraoridnaria jerarquía

Contador de miles de anécdotas y con una memoria prodigiosa, rememora desde sus comienzos en los juegos Evita hasta el día de su retiro, la ovaciòn conmovedora y el reconocimeinto eterno de un pueblo futbolero, no sólo germinalista, sino del Valle entero.

Dirigió al club de sus amores y a Gaiman FC, pero lo suyo estaba en otro lado; cuidando los tres palos, discutiendo con técnicos y compañeros porque había que ganar en todos lados y enojándose mucho, cuando lo dejaron afuera en el último juego de 1964, cuando Brown saliò campeón invicto.

“Si hubiéramos estado todos ese día en Rawson, Brown no hubiera terminado invicto. No quiero hablar de las causas de la ausencia de la mayorìa de los titulares, pero lo tengo acá”, dice “Pitoto”, tomando sus enormes dedos y anudándose la garganta.

Es que “Pitoto” siempre fue un ganador. Desde el día que debutò a los 15 años en Germinal o a los 17 en la selecciòn del Valle ante el entonces poderosísimo seleccionado de Comodoro Rivadavia.

No le importó los rivales, ni los puntos que calzaban. Parió títulos a Germinal como ejemplos de vida, humildad y lealtad.

Roberto “Pitoto” Celi, un libro abierto para las futuras generaciones de arqueros. Sus manos gigantes son como patios y su corazón, abierto de par en par, también.


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