Madryn: enterraban droga en el Gauchito Gil y la vendían en escuelas

Era la banda narco más importante de Chubut. La investigaron durante dos años y la desbarataron en diciembre. La Fiscalía Federal de Rawson pidió que los 26 procesados vayan a juicio.

07 ABR 2012 - 22:56 | Actualizado

<strong>Por Rolando Tobarez</strong><br /><br /> Donde nadie pudiera imaginarlo: el altar del Gauchito Gil, cerca de la planta de ALUAR, en Puerto Madryn. O en las calles del Parque Industrial Pesado. Allí enterraba la cocaína la banda de narcos que operaba en Buenos Aires, Madryn, Trelew y Caleta Olivia. En las últimas horas, el fiscal federal de Rawson Fernando Gélvez pidió que la causa se eleve a juicio oral para 26 procesados. La decisión final la tendrá el juez Hugo Sastre.<br /><br />La investigación, bautizada operativo “Yeso Blanco”, duró dos años. Culminó con 28 detenciones en diciembre de 2011 y fue el golpe al narcotráfico más grande en la historia policial chubutense. La red de distribución de droga se iniciaba en Bolivia, pasaba por Orán, en Salta, se conectaba con Capital Federal y llegaba hasta Santa Cruz. Estaba a punto de invadir Comodoro Rivadavia cuando la Policía la desbarató. Controlaba casi la mitad del mercado en Madryn y al menos el 10 por ciento en Trelew y Caleta. <br /><br />Una pieza clave era Bethi Coralí Vásquez Rodríguez, alias “Doña Bethy”. Vivía en la Villa 1-11-14 de Buenos Aires y era la responsable de introducir al país la cocaína desde Bolivia, para redistribuirla y venderla. Lo hizo al menos desde el 20 de marzo de 2011, cuando la investigación la detectó. Jorgelina Rodríguez Aguilera la ayudaba y compartió decisiones centrales en las maniobras de compra, traslado y venta. <br /><br />Para que el tráfico siguiera hasta el sur la banda se valió de Luis Arnez “El Yesero” Hidalgo, quien iba a casa de “Doña Bethy” a comprarle droga. Quien lo llevaba y lo sacaba de la villa era un remisero, Sandro Valencia, que transportaba a los compradores. Sabía que entraban con dinero cash y les cobraba un extra a cambio de un viaje seguro.<br /><br />“Doña Bethy”<br /><br /> Siempre según el pedido de elevación a juicio del fiscal, “Doña Bethy” arreglaba los precios, la forma de pago, distribuía las cantidades y la forma de envío de la droga para Hidalgo. Los estupefacientes llegaban a Madryn por la empresa de transportes Cruz del Sur, Transcont-Vesprini o Richter. También se usaron vehículos particulares. En la ciudad del Golfo, Hidalgo redistribuía la sustancia para su comercialización allí, en Trelew y en Caleta. Según la Justicia Federal, “Doña Bethy” y “El Yesero” tenían la intención de introducir la cocaína en Comodoro Rivadavia y ampliar su red de venta. Muchas veces los procesados hablaban en quechua para entorpecer la investigación policial. <br /><br />Hidalgo, de nacionalidad boliviana, está prófugo. Pero no Blanca Orellana, su pareja. Integró con él la organización en Madryn. Guardaba la cocaína en su casa para entregarla a posibles clientes a pedido de su hombre. Y conocía a varios miembros de la red como Sandro Orellana Quinteros, con quien se asociaba para comprar y vender estupefacientes. <br /><br />Un tal Ramón “Cata” Carrizo también está a un paso del juicio oral. Para el fiscal Gélvez coordinaba el transporte de la cocaína desde el Mercado Central de Buenos Aires hasta Madryn. Se detectaron varios diálogos telefónicos con Javier Villa, chofer que recibía la cocaína y la llevaba al Golfo. El coordinador de la entrega y el viaje a Chubut era Carrizo. A veces, la cocaína que le quedaba la vendía al menudeo. <br /><br />Carrizo también tuvo contacto con Edgar “Gregory” Orellana y C.R., alias “Choco”, proveedor. El primero vendía cocaína en Madryn, y era muy cercano a “El Yesero”, quien lo proveía. Con el tiempo ganó protagonismo: ante la ausencia de Hidalgo, era él quien se comunicaba con “Choco” para que entregara la droga a Villa rumbo a Madryn. “Choco” también dirigía la operación de tráfico Buenos Aires-Madryn-Caleta Olivia y daba una mano para entrar la droga desde Bolivia. Utilizó una menor para el transporte. <br /><br />Brígida Illanes Olivera, según la investigación, almacenaba la droga en su casa del barrio Pujol II, manzana 866, lote 20, calle Gualjaina. Su hijo, Rubén Orellana Illanes, la usaba para abastecer a otros vendedores o vender él mismo. Los personajes de la banda con mayor poder de decisión en la estructura eran habitués de esa vivienda. En ocasiones Rubén transportó la cocaína desde Buenos Aires. Solía usar la Escuela de Comercio como punto de compra y venta. Y como el resto de la banda, solía hablar en quechua para confundir a la Policía.<br /><br />La conexión Trelew<br /><br /> En Trelew también hubo ramificaciones. Para la Fiscalía Federal, allí Enrique Schmidt se dedicaba a comercializar cocaína por dinero y en ocasiones por objetos de “dudosa procedencia”. Lo hacía en persona o a través de C.B. y Luis “Garrafa” Maldonado, quien lo llamaba avisándole que un “cliente” lo esperaba. Recibía el pedido, acordaba el precio y entregaba la droga en el lugar. En otras ocasiones, las menos, iban a su casa. <br /><br />Claudia Méndez era pareja de Schmidt. Cuando por trabajo el hombre se iba a Gobernador Gregores, en Santa Cruz, ella quedaba al frente del “negocio” en Trelew. Entregaba las tizas de cocaína a dos vendedores: D.B. y C.S. También participó Edith del Carmen Riquelme, quien vendía en media tiza o completa. El dinero se recaudaba bajo atenta supervisión de Schmidt, de ojo vigilante pese a su ausencia. <br /><br />Luis “Garrafa” Maldonado también formó parte desde Trelew. Facilitó su local “Bar Colón” a E.B. para vender cocaína en el lugar. La proveía Schmidt. En una ocasión en que B. fue agredido, Maldonado le facilitó un arma y esto, según los investigadores, demuestra la protección que le daba. Si B. no estaba, Maldonado avisaba a Schmidt de algún ocasional cliente, pidiéndole que le llevara la cocaína al bar. Fue una “ayuda necesaria e indispensable” para poder comercializar. <br /><br />A su vez, Schmidt obtenía los estupefacientes para Trelew de un tal “El Viejo” o “Juan”. Se trata de Eduardo “Lalo” Quiroga, de Madryn, a quien le rendía lo recaudado. El círculo cierra ya que Quiroga, a su vez, le compraba la cocaína a “El Yesero” en Madryn. Para repartir en el Valle usaban varios vehículos, como un Volkswagen Bora negro y una camioneta Toyota Hilux. <br /><br />Los Sepúlveda<br /><br /> “Lalo” también proveía de droga a cuatro hermanos, los Sepúlveda: Héctor Alejandro alias “Tato”; Andrés Aníbal alias “Vicentico”, Joaquín Desiderio alias “Fiky” y Lisandro Patricio alias “Paisa”. Este grupo vendía estupefacientes en Madryn, trabajaban para Quiroga y le rendían la plata. <br /><br />El hermano-contacto era “Vicentico” pero a veces el proveedor se comunicó vía mensaje de texto o llamada en clave con “Tato”. Recibida la droga, los hermanos la ocultaban enterrándola en puntos alejados de la ciudad como el “Gauchito Gil” ubicado en la zona de ALUAR o la calle Ricardo Rojas, del Parque Industrial Pesado. A medida que necesitaban vender, la desenterraban.<br /><br />Los Sepúlveda tenían un método: recibían un llamado o mensaje con el pedido, acordaban el lugar de encuentro y concretaban la operación de compra – venta de la cocaína. Solían usar la Escuela Politécnica, la Nº 46, el Museo de Madryn o el Hospital. <br /><br />El resto<br /><br /> Otro acusado es Hugo Bais. Cuando la cocaína estaba en la zona la comercializaba en forma minorista y mayorista. Vendía al menudeo y le rendía la plata al prófugo Hidalgo. Le gustaba la Escuela Comercial para comprar y vender. <br /><br />Sergio Hughes también vendía cocaína en Madryn. Solía reunirse con “Lalo” Quiroga y en alguna oportunidad se vio su vehículo frente a la casa de “El Yesero” Hidalgo. Y en Caleta Olivia, Pedro Ojeda también recibía droga de Hidalgo y la vendía al menudeo. Usaba a menores y se encontraba con sus clientes en la Escuela Politécnica de esa localidad santacruceña. <br /><br />Sandro Orellana Quinteros era otro vendedor de “El Yesero”. A veces fue su mensajero transportando sustancias dentro de Madryn y hasta vendió estupefacientes en la escuela donde era alumno. Por su lado, César Olmedo se dedicaba al comercio minorista de droga en Madryn. #<br /><br />

07 ABR 2012 - 22:56

<strong>Por Rolando Tobarez</strong><br /><br /> Donde nadie pudiera imaginarlo: el altar del Gauchito Gil, cerca de la planta de ALUAR, en Puerto Madryn. O en las calles del Parque Industrial Pesado. Allí enterraba la cocaína la banda de narcos que operaba en Buenos Aires, Madryn, Trelew y Caleta Olivia. En las últimas horas, el fiscal federal de Rawson Fernando Gélvez pidió que la causa se eleve a juicio oral para 26 procesados. La decisión final la tendrá el juez Hugo Sastre.<br /><br />La investigación, bautizada operativo “Yeso Blanco”, duró dos años. Culminó con 28 detenciones en diciembre de 2011 y fue el golpe al narcotráfico más grande en la historia policial chubutense. La red de distribución de droga se iniciaba en Bolivia, pasaba por Orán, en Salta, se conectaba con Capital Federal y llegaba hasta Santa Cruz. Estaba a punto de invadir Comodoro Rivadavia cuando la Policía la desbarató. Controlaba casi la mitad del mercado en Madryn y al menos el 10 por ciento en Trelew y Caleta. <br /><br />Una pieza clave era Bethi Coralí Vásquez Rodríguez, alias “Doña Bethy”. Vivía en la Villa 1-11-14 de Buenos Aires y era la responsable de introducir al país la cocaína desde Bolivia, para redistribuirla y venderla. Lo hizo al menos desde el 20 de marzo de 2011, cuando la investigación la detectó. Jorgelina Rodríguez Aguilera la ayudaba y compartió decisiones centrales en las maniobras de compra, traslado y venta. <br /><br />Para que el tráfico siguiera hasta el sur la banda se valió de Luis Arnez “El Yesero” Hidalgo, quien iba a casa de “Doña Bethy” a comprarle droga. Quien lo llevaba y lo sacaba de la villa era un remisero, Sandro Valencia, que transportaba a los compradores. Sabía que entraban con dinero cash y les cobraba un extra a cambio de un viaje seguro.<br /><br />“Doña Bethy”<br /><br /> Siempre según el pedido de elevación a juicio del fiscal, “Doña Bethy” arreglaba los precios, la forma de pago, distribuía las cantidades y la forma de envío de la droga para Hidalgo. Los estupefacientes llegaban a Madryn por la empresa de transportes Cruz del Sur, Transcont-Vesprini o Richter. También se usaron vehículos particulares. En la ciudad del Golfo, Hidalgo redistribuía la sustancia para su comercialización allí, en Trelew y en Caleta. Según la Justicia Federal, “Doña Bethy” y “El Yesero” tenían la intención de introducir la cocaína en Comodoro Rivadavia y ampliar su red de venta. Muchas veces los procesados hablaban en quechua para entorpecer la investigación policial. <br /><br />Hidalgo, de nacionalidad boliviana, está prófugo. Pero no Blanca Orellana, su pareja. Integró con él la organización en Madryn. Guardaba la cocaína en su casa para entregarla a posibles clientes a pedido de su hombre. Y conocía a varios miembros de la red como Sandro Orellana Quinteros, con quien se asociaba para comprar y vender estupefacientes. <br /><br />Un tal Ramón “Cata” Carrizo también está a un paso del juicio oral. Para el fiscal Gélvez coordinaba el transporte de la cocaína desde el Mercado Central de Buenos Aires hasta Madryn. Se detectaron varios diálogos telefónicos con Javier Villa, chofer que recibía la cocaína y la llevaba al Golfo. El coordinador de la entrega y el viaje a Chubut era Carrizo. A veces, la cocaína que le quedaba la vendía al menudeo. <br /><br />Carrizo también tuvo contacto con Edgar “Gregory” Orellana y C.R., alias “Choco”, proveedor. El primero vendía cocaína en Madryn, y era muy cercano a “El Yesero”, quien lo proveía. Con el tiempo ganó protagonismo: ante la ausencia de Hidalgo, era él quien se comunicaba con “Choco” para que entregara la droga a Villa rumbo a Madryn. “Choco” también dirigía la operación de tráfico Buenos Aires-Madryn-Caleta Olivia y daba una mano para entrar la droga desde Bolivia. Utilizó una menor para el transporte. <br /><br />Brígida Illanes Olivera, según la investigación, almacenaba la droga en su casa del barrio Pujol II, manzana 866, lote 20, calle Gualjaina. Su hijo, Rubén Orellana Illanes, la usaba para abastecer a otros vendedores o vender él mismo. Los personajes de la banda con mayor poder de decisión en la estructura eran habitués de esa vivienda. En ocasiones Rubén transportó la cocaína desde Buenos Aires. Solía usar la Escuela de Comercio como punto de compra y venta. Y como el resto de la banda, solía hablar en quechua para confundir a la Policía.<br /><br />La conexión Trelew<br /><br /> En Trelew también hubo ramificaciones. Para la Fiscalía Federal, allí Enrique Schmidt se dedicaba a comercializar cocaína por dinero y en ocasiones por objetos de “dudosa procedencia”. Lo hacía en persona o a través de C.B. y Luis “Garrafa” Maldonado, quien lo llamaba avisándole que un “cliente” lo esperaba. Recibía el pedido, acordaba el precio y entregaba la droga en el lugar. En otras ocasiones, las menos, iban a su casa. <br /><br />Claudia Méndez era pareja de Schmidt. Cuando por trabajo el hombre se iba a Gobernador Gregores, en Santa Cruz, ella quedaba al frente del “negocio” en Trelew. Entregaba las tizas de cocaína a dos vendedores: D.B. y C.S. También participó Edith del Carmen Riquelme, quien vendía en media tiza o completa. El dinero se recaudaba bajo atenta supervisión de Schmidt, de ojo vigilante pese a su ausencia. <br /><br />Luis “Garrafa” Maldonado también formó parte desde Trelew. Facilitó su local “Bar Colón” a E.B. para vender cocaína en el lugar. La proveía Schmidt. En una ocasión en que B. fue agredido, Maldonado le facilitó un arma y esto, según los investigadores, demuestra la protección que le daba. Si B. no estaba, Maldonado avisaba a Schmidt de algún ocasional cliente, pidiéndole que le llevara la cocaína al bar. Fue una “ayuda necesaria e indispensable” para poder comercializar. <br /><br />A su vez, Schmidt obtenía los estupefacientes para Trelew de un tal “El Viejo” o “Juan”. Se trata de Eduardo “Lalo” Quiroga, de Madryn, a quien le rendía lo recaudado. El círculo cierra ya que Quiroga, a su vez, le compraba la cocaína a “El Yesero” en Madryn. Para repartir en el Valle usaban varios vehículos, como un Volkswagen Bora negro y una camioneta Toyota Hilux. <br /><br />Los Sepúlveda<br /><br /> “Lalo” también proveía de droga a cuatro hermanos, los Sepúlveda: Héctor Alejandro alias “Tato”; Andrés Aníbal alias “Vicentico”, Joaquín Desiderio alias “Fiky” y Lisandro Patricio alias “Paisa”. Este grupo vendía estupefacientes en Madryn, trabajaban para Quiroga y le rendían la plata. <br /><br />El hermano-contacto era “Vicentico” pero a veces el proveedor se comunicó vía mensaje de texto o llamada en clave con “Tato”. Recibida la droga, los hermanos la ocultaban enterrándola en puntos alejados de la ciudad como el “Gauchito Gil” ubicado en la zona de ALUAR o la calle Ricardo Rojas, del Parque Industrial Pesado. A medida que necesitaban vender, la desenterraban.<br /><br />Los Sepúlveda tenían un método: recibían un llamado o mensaje con el pedido, acordaban el lugar de encuentro y concretaban la operación de compra – venta de la cocaína. Solían usar la Escuela Politécnica, la Nº 46, el Museo de Madryn o el Hospital. <br /><br />El resto<br /><br /> Otro acusado es Hugo Bais. Cuando la cocaína estaba en la zona la comercializaba en forma minorista y mayorista. Vendía al menudeo y le rendía la plata al prófugo Hidalgo. Le gustaba la Escuela Comercial para comprar y vender. <br /><br />Sergio Hughes también vendía cocaína en Madryn. Solía reunirse con “Lalo” Quiroga y en alguna oportunidad se vio su vehículo frente a la casa de “El Yesero” Hidalgo. Y en Caleta Olivia, Pedro Ojeda también recibía droga de Hidalgo y la vendía al menudeo. Usaba a menores y se encontraba con sus clientes en la Escuela Politécnica de esa localidad santacruceña. <br /><br />Sandro Orellana Quinteros era otro vendedor de “El Yesero”. A veces fue su mensajero transportando sustancias dentro de Madryn y hasta vendió estupefacientes en la escuela donde era alumno. Por su lado, César Olmedo se dedicaba al comercio minorista de droga en Madryn. #<br /><br />


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