Walter Bulacio, primera víctima de la violencia policial en la democracia

A más de 20 años de homicidio del chico de 17 años aún no se efectuó el juicio. El gobierno argentino fue intimado por la Corte Interamericana de los derechos Humanos a resolver el caso. Iván Torres y Julián Antillanca son algunos de los casos que ocurrieron en Chubut.

28 ENE 2012 - 22:51 | Actualizado

A la luz de los acontecimientos protagonizados por miembros de la policía que han tenido lugar durantes las últimas semanas en la provincia es ineludible recordar algunos casos de similares características también ejecutados por integrantes de la fuerza dedicada a proteger a la ciudadanía. Walter Bulacio, el joven de 17 años que murió luego de ser brutalmente golpeado en una comisaría bonaerense el 26 de abril de 1991, es la primera víctima de la violencia policial que se tenga conocimiento desde que llegó la democracia. Lamentablemente no se trató de un caso aislado desde entonces más de 3160 jóvenes han muerto a manos de uniformados en nuestro país.

Hace poco más de 20 años atrás, más precisamente un 19 de abril de 1991 Walter Bulacio concurrió con sus amigos al estadio de Obras, donde tocaría Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Los que tenían entradas para el recital pasaron rápido pero los que no, como el caso de Walter, comenzaron a inquietarse. En las inmediaciones se dispuso un operativo liderado por el titular de la comisaría 35ª, Miguel Ángel Espósito, que se estaba llevando a todos los que estaban dando vueltas. Esa noche levantaron a Bulacio.

Walter permaneció junto a otros diez adolescentes en la Sala de Menores de la comisaría, hasta que un aneurisma detonó en su cabeza. En la mañana del sábado 20 -sin haber recuperado todavía la libertad- fue trasladado en una ambulancia al Hospital Pirovano, desde donde lo derivaron al Fernández porque no funcionaba el tomógrafo.

Una semana más tarde Walter murió. Todavía quedaba en la pared de la Sala de Menores de la comisaría el graffiti rudimentario que uno de los detenidos había raspado con su birome, al lado de sus nombres: “Caímos por estar parados. 19/4/91”.

Dos décadas han transcurridos desde entonces y aún no existe ningún condenado por la muerte de Walter Bulacio, ya que para los jueces nada tuvo que ver el derrame cerebral con la estadía ilegal del joven en la cárcel o el golpe que el comisario Espósito le habría dado en la cabeza con un bastón tonfa.

La familia Bulacio llevó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde fue recibido en el 2001, poco antes de que prescribiera en nuestro país. La sentencia condenó al Estado Argentino, ordenando que la investigación debía proseguir y que la familia debía ser indemnizada. Aún hoy el crimen continúa impune.

Un año después de la muerte de Bulacio se creó la Correpi (Coordinadora de lucha contra la represión policial e institucional) que llevaba contabilizado hasta mayo del año pasado 3160 jóvenes muertos desde el comienzo de la democracia por la violencia policial. Así lo aseguró María del Carmen Verdú, abogada de la familia Bulacio.

En protestas sociales

Víctor Choque, el obrero salteño asesinado durante una brutal represión en Ushuaia, fue el primer fallecido en una protesta social desde 1983. Choque estaba junto a otros compañeros despedido por la fábrica de electrodomésticos Continental manifestándose en contra de esta medida el 12 de abril de 1995 cuando para disuadir la protesta el gobernador fueguino ordenó una fuerte represión. Víctor Choque murió durante la misma y años más tarde tres efectivos policiales fueron condenados por su muerte.

Dos años después, también un 12 de abril pero de 1997, se llevaba adelante una fuerte movilización social en Neuquén. El efervescente clima social que se percibía en Cutral Có y Plaza Huincul había surgido luego de la privatización de YPF, que dejo un sinnúmero de desempleados en la comarca petrolera neuquina, y la reducción del 20 por ciento de zona desfavorable a los empleados estatales.

Ambos ciudades fueron fuertemente afectadas por estas medidas, generándose una pueblada sin precedentes y el inicio de una metodología de protesta social que se fue generalizando con el paso del tiempo: el piquete.

La población entera salió a cortar las rutas de acceso. El gobernador Sapag ordenó el desalojó, ocasionando un fuerte enfrentamiento en medio del cual Teresa Rodrígue fue alcanzada por una bala que impactó en su cuello. Murió desangrada en plena calle. Las pericias indicaron que el proyectil era de una 9 milímetros.

La Justicia nunca pudo responder a la pregunta que toda la sociedad se realizaba “¿Quién disparó el arma que mató a Teresa Rodríguez?”.

Otra semana santa trágica tuvo lugar el 4 de abril de 2007 cuando los docentes neuquinos fueron brutalmente reprimidos por efectivos policiales mientras mantenían un corte en Arroyito, en el preciso lugar donde convergen las rutas nacionales 22 y 237 que son el acceso a los centros turísticos neuquinos. En medio de la balacera el cabo Darío Poblete disparó contra un vehiculo y el proyectil rompió la luneta del auto, impactando en la cabeza del profesor Carlos Fuentealba. Poco después el docente murió. Poblete fue condenado a cadena perpetua.

Un joven fue baleado por un policía en Bariloche en el 2010, otro chico de 16 años recibió un disparo por la espalda de un arma policial en Viedma el año pasado. Guillermo Garrido, un muchacho oriundo de Epuyén, murió tras ser golpeado en un calabozo de la Comisaría de El Bolsón. Estos son sólo alguno de las más de 3160 personas fallecidas por la violencia policial.#

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28 ENE 2012 - 22:51

A la luz de los acontecimientos protagonizados por miembros de la policía que han tenido lugar durantes las últimas semanas en la provincia es ineludible recordar algunos casos de similares características también ejecutados por integrantes de la fuerza dedicada a proteger a la ciudadanía. Walter Bulacio, el joven de 17 años que murió luego de ser brutalmente golpeado en una comisaría bonaerense el 26 de abril de 1991, es la primera víctima de la violencia policial que se tenga conocimiento desde que llegó la democracia. Lamentablemente no se trató de un caso aislado desde entonces más de 3160 jóvenes han muerto a manos de uniformados en nuestro país.

Hace poco más de 20 años atrás, más precisamente un 19 de abril de 1991 Walter Bulacio concurrió con sus amigos al estadio de Obras, donde tocaría Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Los que tenían entradas para el recital pasaron rápido pero los que no, como el caso de Walter, comenzaron a inquietarse. En las inmediaciones se dispuso un operativo liderado por el titular de la comisaría 35ª, Miguel Ángel Espósito, que se estaba llevando a todos los que estaban dando vueltas. Esa noche levantaron a Bulacio.

Walter permaneció junto a otros diez adolescentes en la Sala de Menores de la comisaría, hasta que un aneurisma detonó en su cabeza. En la mañana del sábado 20 -sin haber recuperado todavía la libertad- fue trasladado en una ambulancia al Hospital Pirovano, desde donde lo derivaron al Fernández porque no funcionaba el tomógrafo.

Una semana más tarde Walter murió. Todavía quedaba en la pared de la Sala de Menores de la comisaría el graffiti rudimentario que uno de los detenidos había raspado con su birome, al lado de sus nombres: “Caímos por estar parados. 19/4/91”.

Dos décadas han transcurridos desde entonces y aún no existe ningún condenado por la muerte de Walter Bulacio, ya que para los jueces nada tuvo que ver el derrame cerebral con la estadía ilegal del joven en la cárcel o el golpe que el comisario Espósito le habría dado en la cabeza con un bastón tonfa.

La familia Bulacio llevó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde fue recibido en el 2001, poco antes de que prescribiera en nuestro país. La sentencia condenó al Estado Argentino, ordenando que la investigación debía proseguir y que la familia debía ser indemnizada. Aún hoy el crimen continúa impune.

Un año después de la muerte de Bulacio se creó la Correpi (Coordinadora de lucha contra la represión policial e institucional) que llevaba contabilizado hasta mayo del año pasado 3160 jóvenes muertos desde el comienzo de la democracia por la violencia policial. Así lo aseguró María del Carmen Verdú, abogada de la familia Bulacio.

En protestas sociales

Víctor Choque, el obrero salteño asesinado durante una brutal represión en Ushuaia, fue el primer fallecido en una protesta social desde 1983. Choque estaba junto a otros compañeros despedido por la fábrica de electrodomésticos Continental manifestándose en contra de esta medida el 12 de abril de 1995 cuando para disuadir la protesta el gobernador fueguino ordenó una fuerte represión. Víctor Choque murió durante la misma y años más tarde tres efectivos policiales fueron condenados por su muerte.

Dos años después, también un 12 de abril pero de 1997, se llevaba adelante una fuerte movilización social en Neuquén. El efervescente clima social que se percibía en Cutral Có y Plaza Huincul había surgido luego de la privatización de YPF, que dejo un sinnúmero de desempleados en la comarca petrolera neuquina, y la reducción del 20 por ciento de zona desfavorable a los empleados estatales.

Ambos ciudades fueron fuertemente afectadas por estas medidas, generándose una pueblada sin precedentes y el inicio de una metodología de protesta social que se fue generalizando con el paso del tiempo: el piquete.

La población entera salió a cortar las rutas de acceso. El gobernador Sapag ordenó el desalojó, ocasionando un fuerte enfrentamiento en medio del cual Teresa Rodrígue fue alcanzada por una bala que impactó en su cuello. Murió desangrada en plena calle. Las pericias indicaron que el proyectil era de una 9 milímetros.

La Justicia nunca pudo responder a la pregunta que toda la sociedad se realizaba “¿Quién disparó el arma que mató a Teresa Rodríguez?”.

Otra semana santa trágica tuvo lugar el 4 de abril de 2007 cuando los docentes neuquinos fueron brutalmente reprimidos por efectivos policiales mientras mantenían un corte en Arroyito, en el preciso lugar donde convergen las rutas nacionales 22 y 237 que son el acceso a los centros turísticos neuquinos. En medio de la balacera el cabo Darío Poblete disparó contra un vehiculo y el proyectil rompió la luneta del auto, impactando en la cabeza del profesor Carlos Fuentealba. Poco después el docente murió. Poblete fue condenado a cadena perpetua.

Un joven fue baleado por un policía en Bariloche en el 2010, otro chico de 16 años recibió un disparo por la espalda de un arma policial en Viedma el año pasado. Guillermo Garrido, un muchacho oriundo de Epuyén, murió tras ser golpeado en un calabozo de la Comisaría de El Bolsón. Estos son sólo alguno de las más de 3160 personas fallecidas por la violencia policial.#


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