Editorial / El PJ de Chubut, un corso a contramano

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El presidente del PJ nacional, José Luis Gioja, ya no quiere ni ver al titular de facto del PJ Chubut, Ricardo Mutio.
15 FEB 2020 - 20:19 | Actualizado

Hace más de 4.700 días que el Partido Justicialista de Chubut no gana una elección a gobernador. La última fue en el año 2007, cuando Mario Das Neves ya era una máquina de reventar urnas y, con el sello del Frente para la Victoria de Néstor y Cristina Kirchner arrastrando al PJ y a otras fuerzas políticas, arrasaban en cuanto comicio había.

Desde entonces, el brazo político del mayor movimiento político de la historia argentina entró en su versión chubutense en una debacle que por ahora parece no tocar fondo.

El principio del fin comenzó cuando Das Neves se distanció de Néstor y Cristina para darle rienda suelta a sus (frustradas) ambiciones presidenciales, y desde entonces el PJ ha ido cuesta abajo en la rodada, profundizando sus divisiones internas y convirtiéndose en una máquina perfecta de derrotas.

Ni siquiera el arrollador triunfo de Cristina Kirchner en las presidenciales de 2011 ayudó a su candidato local, Carlos Eliceche, a destronar al dasnevista Martín Buzzi, luego convertido al kirchnerismo junto a su coequiper, César Gustavo Mac Karthy, en menos de un suspiro.

El mismo Buzzi que cuatro años después, ya con el respaldo del PJ, intentó repetir con el sello del FpV y debió resignar su aspiración a manos de su mentor Das Neves, que por apenas 3.500 votos disfrutó de una gran venganza electoral.

La frutilla del postre fue la estrepitosa caída del candidato a gobernador del PJ, Carlos Linares, ante el de Chubut al Frente, Mariano Arcioni. Porque algunos tienen mala memoria, pero hace ocho meses el dirigente con poco rodaje político al que ahora todos vituperan, insultan, desprecian y desconocen, les ganó con comodidad al candidato del PJ oficial y al de Juntos por el Cambio, el radical macrista Gustavo Menna.

¿Qué tiene que ver la interna del PJ con la crisis de Chubut? Todo. Los daños que le causó al peronismo y a Chubut la pelea entre Das Neves y el kirchnerismo, creando primero un partido colector de votos (ProVeCh) y luego uno propio; más los errores de las sucesivas conducciones justicialistas que terminaron por dinamitar la herramienta electoral, permitiendo que dirigentes casi sin militancia y sin respaldos fuertes terminaran ocupando cargos electivos relevantes que terminaron por acelerar el deterioro de una Provincia que sigue teniendo todo para no parecerse en nada a la que la han convertido.

Gorilas en la niebla

La crisis interminable del PJ Chubut –en algún sentido, similar a la de la UCR, otro movimiento popular que perdió la gobernación en 2003 producto del excesivo internismo y nunca más volvió a ser la que fue-, es un agravante para la brutal crisis económica, financiera y política que vive la Provincia.

Con un gobierno de neto corte peronista al frente del país, es por lo menos una incoherencia que la dirigencia de facto del PJ local, con Ricardo Mutio a la cabeza, se la pase marcándole la cancha a los opositores internos, al gobernador Arcioni, al vicegobernador Ricardo Sastre y a intendentes como Adrián Maderna y Gustavo Sastre, todos –exceptuando al gobernador- peronistas hasta la médula.

Inclusive, dejando de lado a propios como Juan Pablo Luque, el intendente de Comodoro Rivadavia, que hoy por hoy es el único peronista con poder territorial.

El peronismo –y también el radicalismo, por cierto- siempre ha sido un actor principal en el duro trabajo que implica ordenar los tableros desacomodados. Aún desde su desorden natural, el peronismo y su herramienta electoral -el PJ- se las han ingeniado muchas veces para jugar un rol clave. Menos en los últimos años, por culpa de una dirigencia que se la pasa tirando piedras a la Luna.

El peronismo se sostuvo siempre en liderazgos fuertes, compromiso y mucha militancia social. Le pese a quien le pese. Sobre todo, a los antiperonistas, que en los últimos años –“grieta” mediante- renacieron de entre las cenizas de una parte de la sociedad que prefiere desentenderse de la defensa de una idea propia y elige descargar todo su odio visceral contra el peronismo como única forma de pensamiento.

Detestan sus formas y sus defectos. Pero, por sobre todas las cosas, rechazan profundamente sus virtudes.

Mutio por el foro

La semana pasada, la interminable sucesión de errores no forzados de la dirigencia del PJ chubutense volvió a rondar los despachos importantes del Gobierno nacional y sus alrededores. El presidente del PJ Nacional, José Luis Gioja, aprovechó una reunión con el dirigente del gremio mercantil de Chubut, Alfredo Beliz, para filtrar el malhumor que hay en las filas del peronismo a nivel central por la falta de compromiso de la actual dirigencia partidaria en Chubut.

Sin vueltas, Gioja pidió normalizar “cuanto antes” al partido y le dijo que sería “una vergüenza” que cuando el presidente Alberto Fernández visite Comodoro Rivadavia en marzo o abril, en el marco de las reuniones de Gabinete en “capitales alternativas”, el PJ chubutense no pueda mostrar ni normalidad ni una conducción elegida por los afiliados. Lo que sería una muestra del compromiso partidario para ayudar a sacar a la Provincia del fondo del pozo, gobierne quien gobierne.

Gioja está enojado con Mutio, el abogado comodorense que se atornilló al sillón de la presidencia, pero también con otros dirigentes históricos que lo utilizan como mascarón de proa para evitar que haya elecciones internas, que casi seguro marcarían el final de la carrera política de muchos de ellos.

Es más, el 7 de marzo en Trevelin intentarán dar otro golpe para prorrogar los mandatos y permitir que el PJ siga siendo un corso a contramano de su historia.

Que el peronismo se reordene ayudaría a que las luchas internas y el uso del “peronómetro” para definir quién es más -o menos- peronista, vayan de una vez por todas al cesto de la basura. Y den paso a un PJ de dirigentes conectados con la realidad y la militancia, que aporten la gobernabilidad que Chubut necesita hoy y que, emulando al General, vuelvan a creer que primero está la Provincia, después el movimiento y por último los hombres.

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El presidente del PJ nacional, José Luis Gioja, ya no quiere ni ver al titular de facto del PJ Chubut, Ricardo Mutio.
15 FEB 2020 - 20:19

Hace más de 4.700 días que el Partido Justicialista de Chubut no gana una elección a gobernador. La última fue en el año 2007, cuando Mario Das Neves ya era una máquina de reventar urnas y, con el sello del Frente para la Victoria de Néstor y Cristina Kirchner arrastrando al PJ y a otras fuerzas políticas, arrasaban en cuanto comicio había.

Desde entonces, el brazo político del mayor movimiento político de la historia argentina entró en su versión chubutense en una debacle que por ahora parece no tocar fondo.

El principio del fin comenzó cuando Das Neves se distanció de Néstor y Cristina para darle rienda suelta a sus (frustradas) ambiciones presidenciales, y desde entonces el PJ ha ido cuesta abajo en la rodada, profundizando sus divisiones internas y convirtiéndose en una máquina perfecta de derrotas.

Ni siquiera el arrollador triunfo de Cristina Kirchner en las presidenciales de 2011 ayudó a su candidato local, Carlos Eliceche, a destronar al dasnevista Martín Buzzi, luego convertido al kirchnerismo junto a su coequiper, César Gustavo Mac Karthy, en menos de un suspiro.

El mismo Buzzi que cuatro años después, ya con el respaldo del PJ, intentó repetir con el sello del FpV y debió resignar su aspiración a manos de su mentor Das Neves, que por apenas 3.500 votos disfrutó de una gran venganza electoral.

La frutilla del postre fue la estrepitosa caída del candidato a gobernador del PJ, Carlos Linares, ante el de Chubut al Frente, Mariano Arcioni. Porque algunos tienen mala memoria, pero hace ocho meses el dirigente con poco rodaje político al que ahora todos vituperan, insultan, desprecian y desconocen, les ganó con comodidad al candidato del PJ oficial y al de Juntos por el Cambio, el radical macrista Gustavo Menna.

¿Qué tiene que ver la interna del PJ con la crisis de Chubut? Todo. Los daños que le causó al peronismo y a Chubut la pelea entre Das Neves y el kirchnerismo, creando primero un partido colector de votos (ProVeCh) y luego uno propio; más los errores de las sucesivas conducciones justicialistas que terminaron por dinamitar la herramienta electoral, permitiendo que dirigentes casi sin militancia y sin respaldos fuertes terminaran ocupando cargos electivos relevantes que terminaron por acelerar el deterioro de una Provincia que sigue teniendo todo para no parecerse en nada a la que la han convertido.

Gorilas en la niebla

La crisis interminable del PJ Chubut –en algún sentido, similar a la de la UCR, otro movimiento popular que perdió la gobernación en 2003 producto del excesivo internismo y nunca más volvió a ser la que fue-, es un agravante para la brutal crisis económica, financiera y política que vive la Provincia.

Con un gobierno de neto corte peronista al frente del país, es por lo menos una incoherencia que la dirigencia de facto del PJ local, con Ricardo Mutio a la cabeza, se la pase marcándole la cancha a los opositores internos, al gobernador Arcioni, al vicegobernador Ricardo Sastre y a intendentes como Adrián Maderna y Gustavo Sastre, todos –exceptuando al gobernador- peronistas hasta la médula.

Inclusive, dejando de lado a propios como Juan Pablo Luque, el intendente de Comodoro Rivadavia, que hoy por hoy es el único peronista con poder territorial.

El peronismo –y también el radicalismo, por cierto- siempre ha sido un actor principal en el duro trabajo que implica ordenar los tableros desacomodados. Aún desde su desorden natural, el peronismo y su herramienta electoral -el PJ- se las han ingeniado muchas veces para jugar un rol clave. Menos en los últimos años, por culpa de una dirigencia que se la pasa tirando piedras a la Luna.

El peronismo se sostuvo siempre en liderazgos fuertes, compromiso y mucha militancia social. Le pese a quien le pese. Sobre todo, a los antiperonistas, que en los últimos años –“grieta” mediante- renacieron de entre las cenizas de una parte de la sociedad que prefiere desentenderse de la defensa de una idea propia y elige descargar todo su odio visceral contra el peronismo como única forma de pensamiento.

Detestan sus formas y sus defectos. Pero, por sobre todas las cosas, rechazan profundamente sus virtudes.

Mutio por el foro

La semana pasada, la interminable sucesión de errores no forzados de la dirigencia del PJ chubutense volvió a rondar los despachos importantes del Gobierno nacional y sus alrededores. El presidente del PJ Nacional, José Luis Gioja, aprovechó una reunión con el dirigente del gremio mercantil de Chubut, Alfredo Beliz, para filtrar el malhumor que hay en las filas del peronismo a nivel central por la falta de compromiso de la actual dirigencia partidaria en Chubut.

Sin vueltas, Gioja pidió normalizar “cuanto antes” al partido y le dijo que sería “una vergüenza” que cuando el presidente Alberto Fernández visite Comodoro Rivadavia en marzo o abril, en el marco de las reuniones de Gabinete en “capitales alternativas”, el PJ chubutense no pueda mostrar ni normalidad ni una conducción elegida por los afiliados. Lo que sería una muestra del compromiso partidario para ayudar a sacar a la Provincia del fondo del pozo, gobierne quien gobierne.

Gioja está enojado con Mutio, el abogado comodorense que se atornilló al sillón de la presidencia, pero también con otros dirigentes históricos que lo utilizan como mascarón de proa para evitar que haya elecciones internas, que casi seguro marcarían el final de la carrera política de muchos de ellos.

Es más, el 7 de marzo en Trevelin intentarán dar otro golpe para prorrogar los mandatos y permitir que el PJ siga siendo un corso a contramano de su historia.

Que el peronismo se reordene ayudaría a que las luchas internas y el uso del “peronómetro” para definir quién es más -o menos- peronista, vayan de una vez por todas al cesto de la basura. Y den paso a un PJ de dirigentes conectados con la realidad y la militancia, que aporten la gobernabilidad que Chubut necesita hoy y que, emulando al General, vuelvan a creer que primero está la Provincia, después el movimiento y por último los hombres.


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