La diferencia de Samantha con los ejemplares de su tipo se la debemos al experto en nanotecnología Sergi Santos, un joven científico de 38 años. Santos lleva largo tiempo investigando el producto a fin de mejorar la experiencia erótica de algunos hombres, pues por muy hiperrealistas que sean, los juguetes siguen siendo principalmente para el goce en solitario de cierta población masculina.
Samantha es una muñeca sexual a la que se introduce un 'cerebro' y sensores que la hace capaz de reaccionar al toque, al beso o a la penetración. Mas allá de los estímulos físicos, Santos ha creado una inteligencia artificial en Samantha que la hace capaz de llegar al orgasmo. El precio estimado del robot va desde los 5.000 a los 15.000 dólares (4.400 a 13.000 euros).
El mercado de los robots sexuales no es una exclusividad de España. En Estados Unidos ya se fabrican los llamados 'Love dolls', con capacidad para ejecutar hasta 50 posturas sexuales, que pueden ser comprados o incluso alquilados. Ya en Reino Unido desde el pasado año se pretende abrir un café que ofrece el 'servicio' de los androides.
La diferencia de Samantha con los ejemplares de su tipo se la debemos al experto en nanotecnología Sergi Santos, un joven científico de 38 años. Santos lleva largo tiempo investigando el producto a fin de mejorar la experiencia erótica de algunos hombres, pues por muy hiperrealistas que sean, los juguetes siguen siendo principalmente para el goce en solitario de cierta población masculina.
Samantha es una muñeca sexual a la que se introduce un 'cerebro' y sensores que la hace capaz de reaccionar al toque, al beso o a la penetración. Mas allá de los estímulos físicos, Santos ha creado una inteligencia artificial en Samantha que la hace capaz de llegar al orgasmo. El precio estimado del robot va desde los 5.000 a los 15.000 dólares (4.400 a 13.000 euros).
El mercado de los robots sexuales no es una exclusividad de España. En Estados Unidos ya se fabrican los llamados 'Love dolls', con capacidad para ejecutar hasta 50 posturas sexuales, que pueden ser comprados o incluso alquilados. Ya en Reino Unido desde el pasado año se pretende abrir un café que ofrece el 'servicio' de los androides.