Por Meirion Griffiths
Décadas atrás, la Alcaidía Policial de Trelew, supo ser una procesadora de pescado. El tiempo transformó al edificio en un centro carcelario dependiente de la Provincia. Hoy cuenta con cerca de 70 detenidos, algunos en proceso judicial y otros condenados. Es una especie de colonia donde, con varias necesidades, existe un trabajo constante sobre los internos que lleva adelante un grupo de efectivos policiales, ayudados por algunos profesionales, a falta de equipos interdisciplinarios.
La Alcaidía cuenta con 4 pabellones con unos 15 internos cada uno. Estos son de máxima seguridad. A su vez, cuenta con las llamadas “casitas” que en total son 7, donde se encuentran los presos de conducta ejemplar y en proceso de reinserción social, a poco de volver a las calles. Los mismos acceden a talleres de herrería, carpintería y cocina. Muchos están por terminar la primaria. Otros aspiran a obtener su título secundario.
Jornada pudo recorrer el centro carcelario y charlar con sus jefes. Además de recoger el testimonio de algunos detenidos que transitan los patios del lugar, también abordó los trabajos que efectúan en el lugar. Algunos barren, otros llevan cosas de un lugar a otro, otros se dedican denodadamente a cocinar más de 200 platos de comida para repartir en las 4 comisarías y el centro de detenciones de la ciudad. Otros se rehúsan a llevar una vida social internamente y se recluyen en sus calabozos. Pero son los menos. La mayoría busca algo para hacer. Los presos conflictivos y de extrema violencia fueron sacados y llevados a otros lugares de la provincia. En estos últimos meses se nota un poco más tranquilo el lugar.
Los pasillos de los calabozos supieron estar regados de sangre. Meses atrás, hubo sangrientos episodios. En dos años hubo 3 muertos a cuchillazos. En ese mismo contexto de extrema violencia hubo heridos de gravedad. Los secuestros de armas tumberas eran frecuentes. El tiempo de ocio lo dedicaban a pensar en fugarse o en armar cuchillos para defensa.
Sin embargo, las autoridades que están al frente del penal se enorgullecen en afirmar que bajaron considerablemente los niveles de violencia interna, merced del ímpetu que se le otorga a los talleres y el funcionamiento de las aulas donde los detenidos adquieren conocimientos.
El desafío fue por un lado bajar los niveles de violencia, al tiempo que se incrementan las actividades entre presos. Según pudo ver este diario, hay recursos como herramientas, materiales y útiles escolares que se hacen pocos. El taller de herrería funciona con herramientas que compró el propio coordinador del mismo. Cualquier ayuda para esos espacios de trabajo puede ser determinante para los internos, que luego no cesan de agradecer cuando alguien se acerca, aunque más no sea a charlar y escuchar sus inquietudes.
El Estado provincial los ha dejado un tanto olvidados en estos últimos meses. Pero aún así, se nota un enorme esfuerzo por crear un clima de convivencia y trabajo.
“Que pidan venir acá”
Allí, Jornada fue recibido por el subcomisario Ulises Calfuquir, titular de la dependencia. El oficial jefe cuenta con el incondicional acompañamiento de Pedro Muñoz, jefe interno de la Alcaidía y del oficial Teherán, quien conoce todos los secretos del sitio.
“En todos estos meses hemos bajado considerablemente los niveles de violencia. Tuvimos que sobrecargarnos de trabajo, pero gracias a eso estamos tranquilos”, confesó Calfuquir. Sostuvo que “trabajamos para que ellos (los presos) tengan la oportunidad de salir con una motivación que no sea ir a delinquir. Lo que queremos es que los presos pidan venir acá”, definió el jefe de la Alcaidía. “Incluso hay policías de comisarías que quieren venir acá, porque trabajamos muy a gusto”
Integran entre todos un equipo joven y entusiasta con muchas ideas y proyectos. “Espero que podamos continuar con este equipo, ya que hemos alcanzado importantes logros”, dijo Muñoz. Todos coinciden en que es necesario “ponerle fichas” a las actividades educativas y profundizar el trabajo de los detenidos. “No queremos que tengan tiempo muerto. Nuestra idea es que desde que se levantan hasta que se acuestan tengan algo para hacer, que se sientan útiles, que tengan una motivación”, indicó el jefe interno.
“Acá tienen límites. Los límites que no tuvieron en sociedad, los tienen acá. Ellos saben que si hacen las cosas bien y se esfuerzan, incluso tienen beneficios procesales. Deben cumplir”, definió Teherán quien porta el perfil más riguroso dentro del trinomio conductor.
Buscan que la Alcaidía sea un servicio a la comunidad. “Lograr en el futuro servir a las instituciones. Si un día a una escuela le falta una escalera, que nosotros acá se lo podamos hacer. O soldar las sillas de un comedor infantil”, puso como ejemplo Calfuquir.
Incentivos
Como parte de las medidas que se tomaron este año, en aras de bajar la violencia y aumentar la actividad interna, destacaron que en agosto se celebró el Día del Niño dentro del penal. En ese mes “estuvieron muy entusiasmados, tuvieron la visita de sus hijos, incluso trajimos un pelotero al patio para que los nenes se diviertan. Eso motivó a la mayoría de los que aquí se encuentran a estar pensando en la organización del evento para que todo salga bien”, precisó Calfuquir.
En esa tónica se han realizado otras actividades que pretenden continuar en las fiestas de fin de año.
Fechas sensibles
Es común que en muchos centros de detención, cuando llega Año Nuevo y Navidad, algunos pretendan fugarse para estar con sus familias. Consultado por esto, Calfuquir dijo que “es la época en la que levantamos la guardia. Nos recargamos de trabajo pero a la vez, apuntamos a ofrecerles a los internos un marco para que puedan estar junto a sus seres queridos. Son fechas sensibles, lo sabemos. Por eso estamos pensando en aumentar los horarios de visita. Para este año pensamos en hacer alguna actividad navideña, para que se sientan contenidos. Muchas veces, los internos entran en un estado de depresión por las cuestiones que he mencionado cuando llegan las fiestas y tenemos la obligación de tratar evitar esas cuestiones. Es un trabajo arduo pero que si no lo hacemos, tenemos inconvenientes”, afirmó.
Proyectos a futuro
Las autoridades de la Alcaidía solicitaron al Centro de Formación Profesional 653 que para el año que viene se sumen 6 cursos más para los presos. Pretenden aumentar la atención en el ciclo primario y secundario, debido a que el próximo 18 de este mes, se producirá la graduación de los alumnos del ciclo primario. Prometen un acto muy emotivo.
Una FM
También existe la idea de formar una radio FM que sea “la voz interna”, detrás de los muros.
“Como ideas tenemos cientos y de las más variadas, pero somos conscientes de que tenemos algunas limitaciones. Pero no le aflojamos. Estamos comprometidos con esta idea. Nos apasiona este trabajo”, expresó el subcomisario Ulises Calfuquir, refiriéndosea su labor en la unidad carcelaria trelewense. #
Por Meirion Griffiths
Décadas atrás, la Alcaidía Policial de Trelew, supo ser una procesadora de pescado. El tiempo transformó al edificio en un centro carcelario dependiente de la Provincia. Hoy cuenta con cerca de 70 detenidos, algunos en proceso judicial y otros condenados. Es una especie de colonia donde, con varias necesidades, existe un trabajo constante sobre los internos que lleva adelante un grupo de efectivos policiales, ayudados por algunos profesionales, a falta de equipos interdisciplinarios.
La Alcaidía cuenta con 4 pabellones con unos 15 internos cada uno. Estos son de máxima seguridad. A su vez, cuenta con las llamadas “casitas” que en total son 7, donde se encuentran los presos de conducta ejemplar y en proceso de reinserción social, a poco de volver a las calles. Los mismos acceden a talleres de herrería, carpintería y cocina. Muchos están por terminar la primaria. Otros aspiran a obtener su título secundario.
Jornada pudo recorrer el centro carcelario y charlar con sus jefes. Además de recoger el testimonio de algunos detenidos que transitan los patios del lugar, también abordó los trabajos que efectúan en el lugar. Algunos barren, otros llevan cosas de un lugar a otro, otros se dedican denodadamente a cocinar más de 200 platos de comida para repartir en las 4 comisarías y el centro de detenciones de la ciudad. Otros se rehúsan a llevar una vida social internamente y se recluyen en sus calabozos. Pero son los menos. La mayoría busca algo para hacer. Los presos conflictivos y de extrema violencia fueron sacados y llevados a otros lugares de la provincia. En estos últimos meses se nota un poco más tranquilo el lugar.
Los pasillos de los calabozos supieron estar regados de sangre. Meses atrás, hubo sangrientos episodios. En dos años hubo 3 muertos a cuchillazos. En ese mismo contexto de extrema violencia hubo heridos de gravedad. Los secuestros de armas tumberas eran frecuentes. El tiempo de ocio lo dedicaban a pensar en fugarse o en armar cuchillos para defensa.
Sin embargo, las autoridades que están al frente del penal se enorgullecen en afirmar que bajaron considerablemente los niveles de violencia interna, merced del ímpetu que se le otorga a los talleres y el funcionamiento de las aulas donde los detenidos adquieren conocimientos.
El desafío fue por un lado bajar los niveles de violencia, al tiempo que se incrementan las actividades entre presos. Según pudo ver este diario, hay recursos como herramientas, materiales y útiles escolares que se hacen pocos. El taller de herrería funciona con herramientas que compró el propio coordinador del mismo. Cualquier ayuda para esos espacios de trabajo puede ser determinante para los internos, que luego no cesan de agradecer cuando alguien se acerca, aunque más no sea a charlar y escuchar sus inquietudes.
El Estado provincial los ha dejado un tanto olvidados en estos últimos meses. Pero aún así, se nota un enorme esfuerzo por crear un clima de convivencia y trabajo.
“Que pidan venir acá”
Allí, Jornada fue recibido por el subcomisario Ulises Calfuquir, titular de la dependencia. El oficial jefe cuenta con el incondicional acompañamiento de Pedro Muñoz, jefe interno de la Alcaidía y del oficial Teherán, quien conoce todos los secretos del sitio.
“En todos estos meses hemos bajado considerablemente los niveles de violencia. Tuvimos que sobrecargarnos de trabajo, pero gracias a eso estamos tranquilos”, confesó Calfuquir. Sostuvo que “trabajamos para que ellos (los presos) tengan la oportunidad de salir con una motivación que no sea ir a delinquir. Lo que queremos es que los presos pidan venir acá”, definió el jefe de la Alcaidía. “Incluso hay policías de comisarías que quieren venir acá, porque trabajamos muy a gusto”
Integran entre todos un equipo joven y entusiasta con muchas ideas y proyectos. “Espero que podamos continuar con este equipo, ya que hemos alcanzado importantes logros”, dijo Muñoz. Todos coinciden en que es necesario “ponerle fichas” a las actividades educativas y profundizar el trabajo de los detenidos. “No queremos que tengan tiempo muerto. Nuestra idea es que desde que se levantan hasta que se acuestan tengan algo para hacer, que se sientan útiles, que tengan una motivación”, indicó el jefe interno.
“Acá tienen límites. Los límites que no tuvieron en sociedad, los tienen acá. Ellos saben que si hacen las cosas bien y se esfuerzan, incluso tienen beneficios procesales. Deben cumplir”, definió Teherán quien porta el perfil más riguroso dentro del trinomio conductor.
Buscan que la Alcaidía sea un servicio a la comunidad. “Lograr en el futuro servir a las instituciones. Si un día a una escuela le falta una escalera, que nosotros acá se lo podamos hacer. O soldar las sillas de un comedor infantil”, puso como ejemplo Calfuquir.
Incentivos
Como parte de las medidas que se tomaron este año, en aras de bajar la violencia y aumentar la actividad interna, destacaron que en agosto se celebró el Día del Niño dentro del penal. En ese mes “estuvieron muy entusiasmados, tuvieron la visita de sus hijos, incluso trajimos un pelotero al patio para que los nenes se diviertan. Eso motivó a la mayoría de los que aquí se encuentran a estar pensando en la organización del evento para que todo salga bien”, precisó Calfuquir.
En esa tónica se han realizado otras actividades que pretenden continuar en las fiestas de fin de año.
Fechas sensibles
Es común que en muchos centros de detención, cuando llega Año Nuevo y Navidad, algunos pretendan fugarse para estar con sus familias. Consultado por esto, Calfuquir dijo que “es la época en la que levantamos la guardia. Nos recargamos de trabajo pero a la vez, apuntamos a ofrecerles a los internos un marco para que puedan estar junto a sus seres queridos. Son fechas sensibles, lo sabemos. Por eso estamos pensando en aumentar los horarios de visita. Para este año pensamos en hacer alguna actividad navideña, para que se sientan contenidos. Muchas veces, los internos entran en un estado de depresión por las cuestiones que he mencionado cuando llegan las fiestas y tenemos la obligación de tratar evitar esas cuestiones. Es un trabajo arduo pero que si no lo hacemos, tenemos inconvenientes”, afirmó.
Proyectos a futuro
Las autoridades de la Alcaidía solicitaron al Centro de Formación Profesional 653 que para el año que viene se sumen 6 cursos más para los presos. Pretenden aumentar la atención en el ciclo primario y secundario, debido a que el próximo 18 de este mes, se producirá la graduación de los alumnos del ciclo primario. Prometen un acto muy emotivo.
Una FM
También existe la idea de formar una radio FM que sea “la voz interna”, detrás de los muros.
“Como ideas tenemos cientos y de las más variadas, pero somos conscientes de que tenemos algunas limitaciones. Pero no le aflojamos. Estamos comprometidos con esta idea. Nos apasiona este trabajo”, expresó el subcomisario Ulises Calfuquir, refiriéndosea su labor en la unidad carcelaria trelewense. #