Exclusivo: la madre que denunció el abuso de los médicos de Gaiman rompió el silencio

Dijo que el matrimonio quiso borrar pruebas. Datos escalofriantes.

27 JUL 2014 - 21:11 | Actualizado

Por Lorena Leeming

Se autodefine como una mujer sencilla y humilde. Pero es además, inteligente y fuerte. Se quiebra por la bronca pero no afloja. Prefiere no dar su nombre porque sería identificar a sus hijos en forma inmediata. Es la mamá que denunció al matrimonio de médicos en Gaiman por abuso sexual. Espera que les caiga todo el peso de la ley y que sigan presos. “¿Están peleando por tener prisión domiciliaria porque no están cómodos? ¿Porque corren riesgo de perder el estatus social, la comodidad de una casa? A nosotros nos jorobaron la vida. Los nenes corren tras un fantasma porque nadie se les acerca. Somos un bicho raro”. Le habló al juez: “Espero que escuche. Que esté atento: hay más víctimas. Que se haga justicia”.

La mujer accedió a una entrevista con Jornada. Relató en primera persona el hecho que se transformó en los últimos meses en la pesadilla de su vida. Buscó todo el tiempo las palabras adecuadas para describir la violencia, la humillación y el ultraje sin piedad alguna a la intimidad que sufrieron sus dos pequeños hijos: de 3 y 9 años. Un hecho totalmente impensado. Ella es de Gaiman. Allí se crió. Sabe de la tranquilidad del pueblo y admite no haber estado pendiente al 100 por ciento de sus hijos por esa misma razón. Pero también asegura que el pueblo “calla todo” y sufre la indiferencia de incluso, los funcionarios del lugar.

Toma un sobre de azúcar, con delicadeza lo abre, lo inclina sobre el café y comienza a hablar. “Hace un año y medio que vivimos en la zona aledaña donde residía esta familia. Mi nena era compañera de escuela de la hija menor de esa familia. Se reencuentran en el barrio, cerca de la casa hay un parque y ahí se encontraron”.

Asegura que con el matrimonio de médicos nunca tuvieron un hola y un chau. “Los nenes jugaban juntos y otros nenes. El 6 de mayo la nena me cuenta que había como un juego sexual. Que quedaba cerrada en un juego de menores. Profesionales en el tema nos aseguraron la no participación de un adulto. Que no había sido más que un descubrimiento sexual entre chicos. Si bien me incomodaba la situación porque no era grato: mis hijos habían recibido demasiada información para la edad que tienen, uno estaba en cierto modo cómodo pensando que no había pasado nada más”.

La preocupación llega unos días después. La mujer remite que su hijo más chiquito de tres años, admitió ante una psicóloga que el hijo mayor del matrimonio también los lastimaba haciéndolos gritar y pedir ayuda. Que no sólo eso se lo hacían a él, sino a 4 más e incluso a su propia hermanita. “Fuimos a hacer la ampliación de la denuncia ya existente. A raíz de eso y de explicarle a nuestra hija más grande que tenía que confiar y no tener miedo de contar. Ella se negó y no quería que supiera nadie más sobre lo que les había pasado. Se largó a llorar y se fue”, recordó.

Mucho miedo

Las cosas fueron empeorando cada vez más. Manifiesta que al llegar a su casa, su hija la llama, le pide que vaya a su dormitorio y le confiesa tener mucho miedo. Le admite que fueron amenazados. “Quizás para los adultos son cosas absurdas pero a los chicos, les da mucho miedo. Ellos, cuentan que esta familia también les pegaba. Entonces, le dije que no tenía que tener miedo, que para que la podamos proteger cuente la verdad, siempre y cuando sea toda la verdad y los riesgos posibles que existen si mienten. Les decíamos para que si estaban por mentir, que corten con la mentira. Uno tampoco quiere creer lo que escucha”, afirmó con lágrimas en los ojos.

“Ella me dice que el matrimonio, también había estado lastimándolos. ¿Cómo lastimándolos? Les pregunté. En su vocabulario pudo expresar todo lo que les habían hecho. Y lo que manifiesta es que los habían hecho sangrar a todos. Que les pegaban, les ponían cremas, les lavaban la ropa interior y las ponían en el secarropas. Las tiraban en el piso para que las levanten y los insultaban. Que los encerraban en una pieza con llave para que no escaparan hasta que no se borraran las marcas. Son médicos y saben dónde no quedan marcas”, apuntó.

“Nunca vi manchas”

Levanta la vista y reflexiona. “¿Vos me preguntás si yo alguna vez vi alguna mancha o algo?….No. Lo que sí, mi hijo muchas veces, cuando le lavo la colita porque no hay bidet en casa me decía: no me toques la cola porque me duele. Pero no me imaginaba algo así. Pensé que era por ir al baño y hacer caca. Le pudo quedar doliendo. Ni cerca me imaginaba algo así”.

La mamá de los niños víctimas asegura que el tiempo prolongado que sus hijos permanecían en la casa del matrimonio vecino no era motivo para sospechar nada. “Era un grupo de chicos que jugaban siempre. Son 6 que se juntaban todos los días. Pasado un tiempo, sí empecé a ver cambios. Que no querían jugar con tal o cual. Pero también empezar a pensar que son chicos y a veces, prefieren pelearse en lugar de no jugar un día”, sostuvo.

No obstante, revela que “todos” iban a la casa de esta gente. Que pasaban horas ahí. “También, algunos hechos se dieron en el parque cerca del cuartel atrás de un lavadero. Todas las casas tienen vista al parque pero atrás del lavadero no se ve. No somos robots, no los vigilé el 100% y menos en Gaiman. Es la confianza de la tranquilidad del pueblo. Si bien no tenía trato con ellos, no podía desconfiar”.

Se refirió al perfil del hijo de la pareja de médicos, también detenido. “Él vino varias veces a preguntar si estaba su hermana. Era respetuoso, sumiso, no te lo imaginás de otra manera. Yo no sé si ellos eran confiables o simpáticos. Nunca hubo un trato en un año y medio. El hijo parecía un chico por demás respetuoso y tranquilo. Siempre me decía: ¿señora está mi hermana?”.

Tuvo palabras específicas para el trabajo de Fiscalía en la persona de María Tolomei y Omar Rodriguez. “Excelente Fiscalía, nos trataron como iguales. Nunca nos hicieron sentir que los necesitábamos. Por el contrario, hasta un domingo fueron a casa a hablar con nosotros. Seres humanos maravillosos. Le agradezco a la Brigada de Investigaciones. No sé qué hubiera sido sin su ayuda”, dijo al romper en llanto.

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27 JUL 2014 - 21:11

Por Lorena Leeming

Se autodefine como una mujer sencilla y humilde. Pero es además, inteligente y fuerte. Se quiebra por la bronca pero no afloja. Prefiere no dar su nombre porque sería identificar a sus hijos en forma inmediata. Es la mamá que denunció al matrimonio de médicos en Gaiman por abuso sexual. Espera que les caiga todo el peso de la ley y que sigan presos. “¿Están peleando por tener prisión domiciliaria porque no están cómodos? ¿Porque corren riesgo de perder el estatus social, la comodidad de una casa? A nosotros nos jorobaron la vida. Los nenes corren tras un fantasma porque nadie se les acerca. Somos un bicho raro”. Le habló al juez: “Espero que escuche. Que esté atento: hay más víctimas. Que se haga justicia”.

La mujer accedió a una entrevista con Jornada. Relató en primera persona el hecho que se transformó en los últimos meses en la pesadilla de su vida. Buscó todo el tiempo las palabras adecuadas para describir la violencia, la humillación y el ultraje sin piedad alguna a la intimidad que sufrieron sus dos pequeños hijos: de 3 y 9 años. Un hecho totalmente impensado. Ella es de Gaiman. Allí se crió. Sabe de la tranquilidad del pueblo y admite no haber estado pendiente al 100 por ciento de sus hijos por esa misma razón. Pero también asegura que el pueblo “calla todo” y sufre la indiferencia de incluso, los funcionarios del lugar.

Toma un sobre de azúcar, con delicadeza lo abre, lo inclina sobre el café y comienza a hablar. “Hace un año y medio que vivimos en la zona aledaña donde residía esta familia. Mi nena era compañera de escuela de la hija menor de esa familia. Se reencuentran en el barrio, cerca de la casa hay un parque y ahí se encontraron”.

Asegura que con el matrimonio de médicos nunca tuvieron un hola y un chau. “Los nenes jugaban juntos y otros nenes. El 6 de mayo la nena me cuenta que había como un juego sexual. Que quedaba cerrada en un juego de menores. Profesionales en el tema nos aseguraron la no participación de un adulto. Que no había sido más que un descubrimiento sexual entre chicos. Si bien me incomodaba la situación porque no era grato: mis hijos habían recibido demasiada información para la edad que tienen, uno estaba en cierto modo cómodo pensando que no había pasado nada más”.

La preocupación llega unos días después. La mujer remite que su hijo más chiquito de tres años, admitió ante una psicóloga que el hijo mayor del matrimonio también los lastimaba haciéndolos gritar y pedir ayuda. Que no sólo eso se lo hacían a él, sino a 4 más e incluso a su propia hermanita. “Fuimos a hacer la ampliación de la denuncia ya existente. A raíz de eso y de explicarle a nuestra hija más grande que tenía que confiar y no tener miedo de contar. Ella se negó y no quería que supiera nadie más sobre lo que les había pasado. Se largó a llorar y se fue”, recordó.

Mucho miedo

Las cosas fueron empeorando cada vez más. Manifiesta que al llegar a su casa, su hija la llama, le pide que vaya a su dormitorio y le confiesa tener mucho miedo. Le admite que fueron amenazados. “Quizás para los adultos son cosas absurdas pero a los chicos, les da mucho miedo. Ellos, cuentan que esta familia también les pegaba. Entonces, le dije que no tenía que tener miedo, que para que la podamos proteger cuente la verdad, siempre y cuando sea toda la verdad y los riesgos posibles que existen si mienten. Les decíamos para que si estaban por mentir, que corten con la mentira. Uno tampoco quiere creer lo que escucha”, afirmó con lágrimas en los ojos.

“Ella me dice que el matrimonio, también había estado lastimándolos. ¿Cómo lastimándolos? Les pregunté. En su vocabulario pudo expresar todo lo que les habían hecho. Y lo que manifiesta es que los habían hecho sangrar a todos. Que les pegaban, les ponían cremas, les lavaban la ropa interior y las ponían en el secarropas. Las tiraban en el piso para que las levanten y los insultaban. Que los encerraban en una pieza con llave para que no escaparan hasta que no se borraran las marcas. Son médicos y saben dónde no quedan marcas”, apuntó.

“Nunca vi manchas”

Levanta la vista y reflexiona. “¿Vos me preguntás si yo alguna vez vi alguna mancha o algo?….No. Lo que sí, mi hijo muchas veces, cuando le lavo la colita porque no hay bidet en casa me decía: no me toques la cola porque me duele. Pero no me imaginaba algo así. Pensé que era por ir al baño y hacer caca. Le pudo quedar doliendo. Ni cerca me imaginaba algo así”.

La mamá de los niños víctimas asegura que el tiempo prolongado que sus hijos permanecían en la casa del matrimonio vecino no era motivo para sospechar nada. “Era un grupo de chicos que jugaban siempre. Son 6 que se juntaban todos los días. Pasado un tiempo, sí empecé a ver cambios. Que no querían jugar con tal o cual. Pero también empezar a pensar que son chicos y a veces, prefieren pelearse en lugar de no jugar un día”, sostuvo.

No obstante, revela que “todos” iban a la casa de esta gente. Que pasaban horas ahí. “También, algunos hechos se dieron en el parque cerca del cuartel atrás de un lavadero. Todas las casas tienen vista al parque pero atrás del lavadero no se ve. No somos robots, no los vigilé el 100% y menos en Gaiman. Es la confianza de la tranquilidad del pueblo. Si bien no tenía trato con ellos, no podía desconfiar”.

Se refirió al perfil del hijo de la pareja de médicos, también detenido. “Él vino varias veces a preguntar si estaba su hermana. Era respetuoso, sumiso, no te lo imaginás de otra manera. Yo no sé si ellos eran confiables o simpáticos. Nunca hubo un trato en un año y medio. El hijo parecía un chico por demás respetuoso y tranquilo. Siempre me decía: ¿señora está mi hermana?”.

Tuvo palabras específicas para el trabajo de Fiscalía en la persona de María Tolomei y Omar Rodriguez. “Excelente Fiscalía, nos trataron como iguales. Nunca nos hicieron sentir que los necesitábamos. Por el contrario, hasta un domingo fueron a casa a hablar con nosotros. Seres humanos maravillosos. Le agradezco a la Brigada de Investigaciones. No sé qué hubiera sido sin su ayuda”, dijo al romper en llanto.


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